Algo hemos debido hacer muy mal para que medio centenar de fulanos berreen en una universidad, la de Alicante, tachando al expresidente del Gobierno Felipe González de fascista.
“Felipe fascista”, se desgañitaban desde el fondo del aula magna ante un plantel no precisamente de fascistas sino de otros demócratas, como los expresidentes latinoamericanos Lagos, Sanguinetty y Betancur, del empresario mexicano Slim, y del economista y exministro colombiano Ocampo.
El ex mandatario chileno apuntó a los energúmenos que para que ellos hoy tengan el derecho a interrumpir el acto sin temor porque saben que su vida no corre peligro, otros lucharon hace años para defender la democracia y sus valores.
De eso iba el encuentro convocado bajo el lema “Crisis de la gobernanza de la democracia representativa”. Poco importa que a estas decenas de rebeldes sin causa les importe un bledo la gobernanza y la democracia; vistas sus maneras está suficientemente claro. Lo grave radica en la causa, o causas, de este descerebramiento colectivo, novedosa pandemia que amenaza los pilares del sistema de libertades y derechos que tenemos los países civilizados.
¿Tan mal habremos hecho las cosas quienes de una u otra forma participamos en la emancipación democrática de nuestra sociedad, pronto hará cuarenta años, más de una generación? Unos, trabajando en instituciones públicas nacidas de la voluntad popular, otros simplemente con su voto, fuimos veinte millones los españoles que sentamos las bases de un sistema nuevo aquí pero de uso común en las sociedades de hombres libres que en el mundo existen.
¿Qué tipo de educación hemos facilitado durante estos años para que florezca tanto hierbajo en el solar patrio? Gobiernos tejiendo y destejiendo planes, como Penélope en su telar. Pero aquí, en nuestro caso, con nulo éxito; Ulises no aparece.
¿Qué demonios pueden querer estos alienados por el más rancio y caduco de los pensamientos políticos que gritan sin rubor “Fuera empresarios de la Universidad”; pensarán en que un día habrán de ganarse la vida, trabajar; dónde?
Llamar a Felipe González fascista es una aberración. Como los arrebatados de la pancarta no sabrán lo que el término significa, además de grave error de entendimiento, les aportaré que la RAE lo define como “acto o conducta depravados, perversos, o que se apartan de lo aceptado como lícito”… Y cabría añadir, propio de gilipollas.