Iglesias es para echarle de comer aparte. El personaje que salió de la Sexta de Televisión como la mariposa del capullo que tejió el gusano de seda, no se le ocurre otra cosa que decir que él trabaja mientras los demás se dedican a la televisión… Hay que tener la cara muy, pero que muy dura, para achacar al de enfrente sus propios alifafes.
Y no contento con la machada, también en otra televisión se suelta el pelo, es un decir, para compensar los datos del paro que a primera hora de la mañana suministraba la Encuesta de Población Activa con una grave sentencia: “son una vergüenza para Europa”.
Y es que la formación llega hasta donde llega. Al protomarxista se le acabó la lógica hegeliana tras su paso por el chavismo y, preocupado como está porque el capullo se le está deshilachando antes de tiempo, arremete a diestra y siniestra travestido de socialista nórdico por ver si entra algo con que engordar las encuestas.
Parece que lo poco que le queda a la vieja IU se resiste mejor a sus encantos renovadores que quienes a su derecha se agitan en el otro caladero cuando Sánchez mete caras nuevas en las listas de diciembre.
En ese intento de atrapar lo que se ponga por delante, de hacer del PSOE un cacht-all party, Sánchez se ha topado con Iglesias, como prueban los globos sonda emitidos por uno y otro sobre la iglesia en la mejor línea del azañismo radical.
Pero lo que en el caso del socialista se sostiene sobre una trayectoria histórica y unos cuadros integrados en la realidad social, las salidas del podemita suelen tener cierto aire de fuegos fatuos, esos fenómenos que la RAE define como “Inflamación de ciertas materias que se elevan de las sustancias animales o vegetales en putrefacción, y forman pequeñas llamas que se ven andar por el aire a poca distancia de la tierra, especialmente en los lugares pantanosos y en los cementerios.”
Oírle criticar las causas el descenso de la población activa revela que no está en lo que pasa. Y es que pasar de las musas al teatro no es tan sencillo; requiere técnicas que no están al alcance de cualquiera, práctica y mucho entrenamiento.
Y puestos a recordar a Lope, cuán a propósito viene aquello de “Y pues las paga el vulgo, es justo / hablarle necio para darle gusto”.
Las críticas al aumento de puestos de trabajo, por ejemplo, con que unos y otros replican a la realidad revelan, por lo menos, que quienes las profesan no están parados. ¿Qué tipo de sociedad están fomentando con esos pronunciamientos, o con las promesas del gratis total aplicados a los servicios, o con los salarios porque sí, o con…?
La distancia que media entre el paro y el empleo, precario o no, se mide en términos de dignidad humana. ¡Pobre democracia la sometida a la demagogia!