Como ante cualquier otra actuación del Gobierno popular, Pedro Sánchez ha puesto pies en pared ante la reforma propuesta por el PP para dotar de eficacia práctica a los pronunciamientos del Tribunal Constitucional. Su reacción estaba prevista; lo que los expertos no entienden es que siga en tan atrabiliaria posición después de enterarse de la razón de tal reforma.
El secretario general de los socialistas sigue empeñado en demostrar al país que no es de fiar. Incluso dentro de su propio partido son demasiados quienes no entienden su renuencia a asistir al Gobierno de la nación en asuntos trascendentales. (DRAE: “Renuencia: Repugnancia que se muestra a hacer algo”)
Cuando ayer decía Rajoy que Cataluña no será independiente mientras él sea presidente, como tampoco lo sería con cualquier otro al frente del Gobierno, “salvo que se volviera loco”, más de uno pensó en Sánchez.
Preso del juego de tronos en que le ha metido Iglesias, el socialista no concede importancia al hecho de que el Gobierno pueda quedar inerme ante una eventual declaración de independencia por el nuevo parlamento catalán, con unas Cortes disueltas por la ineludible convocatoria electoral para el 13 o el 20 de diciembre.
Cuando se habla del artículo 155 de la Constitución como para tomar cualquier medida ante situaciones como las que Mas y demás anuncian, se olvida que su utilización comporta un requerimiento imposible de satisfacer con el Senado disuelto.
Veamos el artículo 155: “Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general.”
Los sediciosos serán felones, pero no por ello mastuerzos. A su servicio, pagados por el Estado y las comisiones, tienen rastreadores para explorar previamente el terreno que van a pisar. No es fruto del azar la fecha del 27-S elegida para unas elecciones ¡sin programas de gobierno! y adelantadas sin razón alguna.
Cubrirse ante ese vacío legal no merece la atención de Sánchez ni de sus edecanes Pascual Sala y Patxi López. Lástima. Como para dejar en sus manos el manejo del país, incluidos nuestras propias vidas.