Es lo que hay. De la conjunción de socialistas y podemitas no ha surgido nada más renovador que la introducción en la política de puras estupideces, como el asalto al nomenclátor ciudadano en Madrid o, entre las últimas, el cambio de la letra del himno oficial de la Comunidad Valenciana, o la adhesión de Menorca al secesionismo de Mas y demás.
Para los socialistas de la isla, los menorquines no pueden aspirar a más que apoyar “el ejercicio democrático que constituirá la vanguardia de la liberación nacional de los Països Catalan”. Ni tienen los valencianos mayores problemas que el de quitar de su himno oficial un par de versos.
Hace siglos los soberanos hacían algo similar con los blasones de los nobles que cometieran alguna vileza. Y aún quedan por muros de Castilla y León escudos infamados, sus armas borradas o cortado algún apéndice, rabo de león o cola de águila, caso de figurar en ellos algún animal.
Pues eso es lo que el cretino que se sienta al frente de la alcaldía de Puzol, un tal Esteve, ha hecho con el himno que compuso en 1909 el maestro Serrano y al que puso letra Maximiliá Thous, periodista que durante la II República dirigió el Museo Valenciano de Etnografía y Folklore. Merece la pena escucharlo.
Para calibrar la sandez presente conviene recordar que Thous, al terminar la guerra civil, se quedó sin museo y, sobre todo, sin los derechos de autor por la letra del Himno, oficializado cuarenta años después por el Estatuto de la Comunidad de 1984. Pues aquel represaliado del franquismo de los años cuarenta es el autor de las estrofas que comienzan diciendo “Per ofrenar noves glòries a Espanya” y concluyen con un “Glòria a la Pàtria, Vixca Valencia”.
Una vez infamado, el himno comenzaría: “Tots baix els plecs de la nostra Senyera”, para terminar con un “Glòria a la nostra terra”. Hermoso, ¿no es cierto? Los versos salieron de una junta fallera en pleno franquismo, años cincuenta. Así se hace la nueva política para los nuevos tiempos.
Y en Menorca qué decir del manifiesto suscrito por el partido socialista, Esquerra y los podemitas de verde unidos bajo la advocación Menorquins pels Països Catalans? Uno de los firmantes, el socialista Ballester, es el Consejero de Cultura y Educación de la isla.
¿Nada que decir el secretario general del PSOE a sus muchachos?
Parece que tampoco ha prestado atención al recado que ayer le mandó Felipe González al término de su carta a los catalanes: “No estoy de acuerdo con el inmovilismo del Gobierno de la nación, cerrado al diálogo y a la reforma, ni con los recursos innecesarios ante el Tribunal Constitucional. Pero esta convicción, que estrecha el margen de maniobra de los que desearíamos avanzar por la vía del entendimiento, no me puede llevar a una posición de equidistancia entre los que se atienen a la ley y los que tratan de romperla”.
Sánchez sigue en la equidistancia. Poco de fiar.
Es lo que tiene el votar por medio de listas: se depende del que las hace, no del votante. Con listas los partidos mandan, ocurrencias incluidas; y los votantes a pagar y a callar.