No aprende el hombre del dedo en ristre. Ni los calores del verano han hecho mella en su pétrea incapacidad para el análisis y el diálogo. Sigue esculpiendo frases en el hielo como si aquí no pasara nada. O el hielo no se hiciera agua.
La verdad es que el personaje aburre como pocos. A su lado, Zapatero un mirlo blanco de la política; qué injusticias acaba desvelando el paso del tiempo. Una gran mayoría de españoles, lo certificaron las urnas cuatro años ha, creíamos que con el regreso de ZP a su casa la política y sus dirigentes recuperarían una cierta normalidad. Nada excepcional, por cierto; tan sólo lo que vemos en el gobierno francés de Vals, en el británico de Cameron, en el italiano o el portugués.
Pues no; tuvo que entrar en escena Sánchez al frente del partido socialista para lavar la imagen de aquel leonés nacido en Valladolid, que aterrizó en La Moncloa por obra y gracia de las torpezas de Aznar en la gestión de la masacre del 11-M del 2004. Seis años, seis, nos costó aquello, y España quedó desarbolada moral, económica y políticamente.
¿Se imaginan la huella que podría dejar Sánchez por breve que pudiera ser su paso por el Gobierno de la nación?
Ayer parecía francamente cabreado por haber interrumpido los PGE sus vacaciones: “No hay ninguna emergencia nacional para celebrar este debate un 25 de agosto”. En realidad quizá no aprecie como asuntos relevantes el paro, las oportunidades de crecimiento, el terrorismo de la yihad islámica o la demencia de los responsables de la Generalidad.
La estabilidad del país cuenta poco para este personaje, mermado de apoyos dentro de su propia formación. Lo realmente urgente es adelantar el término de la legislatura como si aquí no pasara nada, o el Gobierno careciera de legitimidad para completar su trabajo. “Usted se aferra hasta el último minuto al poder”, le escalfó a Rajoy. Zapatero no lo habría mejorado. ¿Será que se ve aupado hasta La Moncloa en brazos de podemitas y ciudadanos?
Mientras Iglesias y Rivera le encumbren con esa curiosa silla de la reina, Sánchez se trabaja los medios. La telecracia los une. Todo por un escorzo resultón y siempre dispuestos a matar por un titular. “Por mi hija, mato”, que dijo aquella princesa del pueblo.
¡Ay Pedro Sánchez, qué mal estás dejando el partido que te mantiene… !