Tras unas semanas de moderada impaciencia, los nuevos regidores y sus apoyaturas ya han comenzado a poner sus cartas sobre la mesa.
Y así podemos ver a los chicos de Rivera votando con Podemos y PSOE en la Comunidad de Madrid contra la entrada en vigor de una ley, la LOMCE, y la rebaja de tasas universitarias propuesta por el gobierno de Cifuentes, no vaya a ser que luego los populares presuman de sensibilidad. Ese es el compromiso de Ciudadanos con lo que apoyó para equilibrar su imagen tras la rendición andaluza; todo por la imagen.
Qué decir del estólido alcalde de Compromís, un tal Ribó, ciscándose en una vez más en la Constitución eliminando el español de la señalización callejera de Valencia. Su afán por cargarse la fiesta nacional no va contra ninguna ley, sólo atenta contra el sentido común que suele impregnar las tradiciones seculares.
Otro personaje de echar de comer aparte es la activista de Barcelona en Comú, la alcaldesa Colau llevada al ayuntamiento de Barcelona para quitar de en medio un busto del Rey que firmó la Constitución de la Concordia, la que ha garantizado el más dilatado período de libertad y progreso de los últimos dos siglos, nada menos. Pues eso.
Y por esa senda circula otro enmascarado de Podemos, el alcalde de Zaragoza en Común, esta vez con “N” final, Santisteve. Quitar el nombre del Rey Felipe del polideportivo que con él fue inaugurado revela el respeto de esta nueva casta por la democracia. El caso es ejemplar: la decisión la toma tras una votación que pierde por goleada: 11 concejales frente a 20; ciento ochenta mil votos ciudadanos en contra; qué más da, sólo son votos.
Las Mareas gallegas están en la misma barca. Y con remeros de lujo, como los socialistas del PSOE que apoyaron el acceso de Ferreiro a la alcaldía de La Coruña “para desbancar al PP”, argumento fino donde los haya. Y como era de esperar se cargan los toros.
En la Marea Atlántica flota también Noriega, ese alcalde de Santiago que el día 25 se revistió con todos los atributos que acompañan el disfrute del sillón que los socialistas pusieron a su alcance, para asistir y no asistir a la celebración de la fiesta patronal; todo a un mismo tiempo.
Y del Madrid de Manola Carmena, qué decir; ella dice que se meterá con el callejero para cumplir la llamada ley de la memoria histórica. Quizá no tenga cuestiones más urgentes, ni problemas por resolver. De momento ha cambiado a Vázquez de Mella por Cerolo para denominar una plaza del centro. La memoria de Zapatero poco tiene que ver con el tradicionalista asturiano-navarro muerto hace poco menos de un siglo, pero eso sí; da una idea cristalina de lo que estos regidores albergan en sus mentes.
Y mientras tanto, el Café Comercial, uno de los símbolos tradicionales de la ciudad, y no precisamente franquista, echa el cierre sin más ruido que el chirrido de su persiana. Los munícipes deben de considerarlo una antigualla; y además ¿no habló de él aquel censor franquista a quien luego dieron un Nobel, cómo se llamaba, ah sí: Cela?
Si se enteran de que hace más de un siglo allí tomaba chocolate con churros don Marcelino, Menéndez Pelayo, naturalmente, lo demuelen. ¿No quiso hacer lo propio con la escultura que preside la entrada de la Biblioteca Nacional aquella Rosa Regás, su directora durante tres años tres del primer gobierno ZP?
Y así hasta trescientos casos, más o menos.
Prácticamente muy poco que objetar a lo expuesto. Pero para los que somos tan naif que creemos en la independencia de criterio echamos de menos alusiones a los púnicos , al ex alcalde de Badalona y algunas cosas más también de actualidad
Lo de los púnicos y demás chorizos curados a la sombra popular salieron a pista ya hace meses, como años han pasado del despelote de los socialistas andaluces. El escaqueo de los podemitas es harina de otro costal.