Los avisos de Carmena sobre el Club de Campo madrileño son todo un epítome de la filosofía podemita impuesta aquí y allá con el nihil obstat firmado por Sánchez. Aclaremos para los iletrados salidos de nuestros planes de estudios qué demonios significa eso de epítome, figura que según la RAE consiste después de dichas muchas palabras, en repetir las primeras para mayor claridad. O sea, dejarse de adornos para desvelar la almendra del asunto.
Y la almendra de estos progres de retrovisor es lo que siempre fue para todos sus profetas, desde Lenin a Chávez pasando por Mussolini: todo para el pueblo, y para que el pueblo pueda disfrutarlo rebajar todo hasta la altura del suelo.
La conciencia del derecho a todo se quebraría en cuanto algunos de sus augures les hablara de exigencias, de esfuerzo. Lo suyo no va de superar dificultades, sólo de allanar, de enrasar por abajo. La dialéctica más propia de nuestras sociedades está comenzando a discurrir entre los polos arriba-abajo más que entre los tradicionales izquierda-derecha.
Frente a quienes se empeñan en volar lo de arriba para que todo sea abajo, otros tratan de abrir nuevas vías para facilitar el trasvase entre los dos planos. Y las sociedades progresan cuando el mérito es la clave para circular por la escalera social, tanto para subir como para bajar.
Eso no pueden entenderlo quienes se dedican a enrasar todo por abajo, por muchas horas que hayan gastado en las Facultades de Políticas. El sujeto que se le ha ocurrido aquello de poner una granja de gallinas en el veterano Club de Campo madrileño y alternativas similares, como abrirlo sin más ni más para que las buenas gentes se solacen por las canchas de hockey, polo o los campos de golf, podría hacer de protagonista en aquel “Dios le ampare imbécil” de Álvaro de Laiglesia, tantos años director de La Codorniz,.
La izquierda crea progreso cuando se acerca a la derecha, y la derecha hace lo propio cuando mira a la izquierda. Este país hace mucho que no alumbra un líder socialista como Blair, González pasó hace ya veinte años; y se ha convertido en la reserva del comunismo leninista pasado por el Caribe, que ya es desgracia.
Y por la derecha, ¡ay la derecha! Más allá de revelaciones como Cifuentes y promesas como Casado, se consuela con el crecimiento de la producción nacional sin caer en cuenta de que tan benéfico logro puede deshacerse como azucarillo en vaso de agua helada si las hordas logran conquistar el cielo, como predice el coletudo gurú.
De la defensa de la nación parapetados tras la barricada de la Constitución hablaremos en otra ocasión.