Una tontería mil veces reiterada sigue siendo una tontería. Es lo que ocurre con la simpleza, tan habitual estos días, de que la gente votó fragmentación, tripartitos o lo que fuera necesario para alcanzar el gobierno de un municipio o comunidad autónoma. No cuenta quién haya tenido más votos, dicen los que no los tuvieron, los que no alcanzaron esa legitimidad inicial; lo que cuenta es la voz del pueblo. ¿La voz de qué pueblo?
Olvidan los promotores de esta gincana para alcanzar el poder sin miramientos, que si quien votó al PSOE, por poner un ejemplo, hubiera querido que gobernara Podemos, seguimos con el ejemplo, habría votado a Podemos y no al PSOE. ¿De cajón? Pues no parece tan claro a juzgar por lo que se está viendo.
Para algunos, como Sánchez, lo que votaron los españoles fue sacar al PP de ayuntamientos y comunidades. ¿Pero no tuvieron más de seiscientos mil votos que los socialistas? Sí, y qué. Y hasta ahí llega la capacidad discursiva de los frentistas. Todo vale para sacar a los populares de sus casillas, Sánchez ha venido a decir.
Está ocurriendo en Badalona, la tercera ciudad catalana. El PP saca treinta mil votos a Guanyem Badalona, franquicia de Podemos, y el doble de concejales (10/5). Notable distancia esa de sacar un ciento por cien más de concejalías. Poco importa; resulta insuficiente cuando los socialistas, ERC y los comunistas, 4,3 y 2 concejales respectivamente, dan su apoyo a los perdedores. ¿Votaron eso las gentes de Badalona, votaron Podemos? Venga Dios y lo vea.
Y pasa en Valencia, Sevilla, Cabtabria, y tantas otras demarcaciones. Simplemente un fraude perpetrado entre negociaciones oscuras que en ningún caso explican un objetivo programático de las alianzas.
La democracia es incompatible con la creación de guetos. Es lo que tratan de hacer partidos en los que no resulta extraña tal afición, pero es decepcionante que en ello esté el partido socialista de Sánchez. ¿Ninguna voz capaz de alertar al secretario general y ex tertuliano que sigue pirrándose por las frases redondas como la de ayer: “El PP ha pasado de la mayoría absoluta a la soledad absoluta”?
Negar la libertad a los seis millones y pico de ciudadanos que votaron a los candidatos populares no es propio de la socialdemocracia. ¡Ay la historia!
Va para cien años que un prohombre del socialismo patrio, Fernando de los Ríos, volvió de Moscú y se cargó la propuesta que algunos compañeros defendían para integrar al PSOE en la III Internacional, después de dar cuenta de las veintiuna condiciones que Lenin le puso sobre la mesa.
Pero de aquel encuentro algo le persiguió hasta la muerte. Fue la pregunta con la que el líder soviético respondió al interés del socialista español por conocer cuándo la revolución bolchevique daría paso a la libertad: “¿Libertad, para qué?”.
Fernando de los Ríos fue un adelantado de la futura socialdemocracia. Para él el socialismo era heredero del liberalismo europeo, herencia por la que valores como libertad e igualdad, aparentemente de difícil conciliación, no podían ser antitéticos.
¿Sabrá Sánchez algo de todo aquello? Una lectura recomendada por su rigurosa actualidad: “El sentido humanista del socialismo”, escrito por de los Ríos en 1926.