En poco más de un par de semanas otro país europeo irá a las urnas. No van estas líneas de abrir paralelismos entre el Reino Unido y el Reino de España. Entre otras cosas porque aquél está poblado de británicos, y bastantes pakistaníes, y éste, por españoles y unos cuantos europeos orientales. Las diferencias entre unos y otros resaltan lo suficiente como para no perderse con el bonito juego de transpolar aquí los resultados que cantaron las urnas allí.
Tal vez si ya estuviéramos a fin de año y en lugar de alcaldes nos tocara elegir un partido para gobernar la nación, podría caber algún margen para la analogía, pero ni por esas. Cameron y Rajoy son dos ejemplares de la fauna centroderechista, ambos ocupan el espacio central de ese campo político y los dos primeros ministros han sometido la crisis agravada por el mal manejo de sus predecesores. También los dos han pechado con la corrupción en sus filas, pero hasta ahí llegan los parecidos.
El Bárcenas de Cameron, Cruddas, presentó hace tres años su dimisión tras ser cogido in fraganti vendiendo a unos supuestos empresarios, periodistas del Sunday Times en realidad, acceso preferente al primer ministro a cambio de un donativo anual de un cuarto de millón de libras. El recaudador de fondos del partido conservador vendía la mordida como un fantástico negocio para sus suscriptores. Cameron se indigno sorprendido y ordenó una investigación.
El caso manejado por la oposición laborista bajo el eslogan “cash for Cameron”, fue replicado por los tories recordando la desfachatez de Levy, recaudador en los tiempos de Blair que prometía concesiones de títulos de lord a cambio de donaciones al labour party.
Lo de aquí es bastante más, y en ambos partidos de gobierno. La carencia de respuestas claras, asunción de responsabilidades y correctivos internos ejemplares han causado la desafección social hacia los grandes partidos y la consiguiente aparición de nuevos jugadores que amenazan en las encuestas con romper el statu quo hasta ahora existente.
Unos por el extremo izquierdo prendiendo la llama de los antisistema; otros por no se sabe dónde, firmemente anclados en la poesía juanramoniana. “¡No le toques ya más, que así es la rosa!”. Poema más breve no cabe, como tampoco mayor tontería que la pretensión del ciudadano Rivera de borrar del mapa político a los nacidos antes de 1978.
En fin, la lección británica referida en el título la dio ayer un columnista del Financial Times escribiendo: «Britain, or at least England, does not feel like a country asking to be turned upside down by zealots. It is not leftwing or rightwing; it is just anti-Utopian”.
Es decir: Bretaña, o Inglaterra, no se siente como un país pidiendo ser puesto patas arriba por fanáticos. No es de izquierdas ni de derechas; sólo anti utópico.
Como corresponde al país de los empiristas, Bacon, Locke, Hume. Lo nuestro va por los carriles del jusnaturalismo moralista, Tomás de Vitoria, Domingo de Soto, Francisco Suárez. O en siglo XX lo que va de B. Russell a X.Zubiri; de la analítica a la metafísica. Del estar al ser.
Una lección que nuestra sociedad debería tomar en cuenta.
Qué era Julio Feo para Felipe González o Carles Vilarrubi , ahora flamante Barça adicto, para Jordi Pujol? Y por qué es Borja Prado flamante Presidente de una eléctrica de postín? Por citar a algunos , que hay muchos y no salen en prensa