Eso que se llamaba el noble arte de la política atraviesa difíciles momentos. Entre las múltiples acepciones del término, la RAE atribuye a política un significado hoy pulverizado por la realidad: “cortesía y buen modo de portarse”.
Talmente lo de Iglesias y su tropa, resucitando ahora el movimiento 15-M para reventar con una de sus múltiples máscaras la normalidad de las elecciones próximas con un auto de fe en la Plaza Mayor de Madrid contra el común de los españoles. Es despreciable, por indigno, aprovechar el llamado día de reflexión para repetir aquel atentado a la libertad que el actual europarlamentario puso en marcha la víspera de aquellas elecciones que llevaron a Zapatero hasta la Moncloa .
Es despreciable, por indigno, llenarse la boca de insultos para ofender a contrincantes políticos. Clamar contra la ladrona, corrupta y demás lindezas que el de la coleta dedicó a Aguirre revela de dónde sacaron su fina dialéctica Chávez y Maduro. Confiemos en que el maestro no tenga nunca la oportunidad de meter aquí en la cárcel a ningún alcalde, casos de Ledezma, López o Ceballos, o de romper la cara y expulsar del parlamento a diputadas como María Corina Machado.
Si esto no fuera España el sujeto en cuestión daría miedo. Pero aquí la gente no está de rodillas, como dijo en Málaga, ni se siente concernida cuando habla de traidores a la patria, ni tampoco se conforma con las encuestas. El melifluo agitador de masas que explica la diferencia entre hegemonía y dominación acudiendo a Antonio Gramsci pero perora como José Antonio Primo de Rivera, acabará víctima de su soledad. Dice que en torno suyo todo es gentuza…
Hay formas no por menos tóxicas menos despreciables, como la actual arremetida contra los taxis que en Madrid portan en su exterior las imágenes de las candidatas populares al gobierno de su comunidad y de la alcaldía. Cargar contra la única idea innovadora que al cabo de treinta y muchos años se ha producido en la parafernalia de la propaganda electoral es propio de débiles mentales. De los mismos a quienes no se les ocurrió primero y siguen colgando de las farolas las imágenes de sus respectivos candidatos. ¿Cuál es la diferencia?
Política, cuántas tropelías se cometen bajo tu paraguas. Ladrones sin vergüenza y falsos profetas cargados de mentiras y demagogia ocupan el primer plano de una actualidad ajena a la inmensa mayoría, la que trabaja y aspira a vivir mejor en una sociedad más justa y solidaria; sin profetas ni caudillos, sencillamente en un mundo de libertades.