El anuncio de la retirada de la vida política de los dos expresidentes del PSOE, y de la Junta de Andalucía, abre la puerta a Ciudadanos para facilitar la presidencia de Susana Díaz. También el becado Erejón, tercera persona de la trinidad de Podemos, se ha alegrado del paripé con que Díaz salva los muebles tras su pírrico triunfo.
Paripé digo porque los dos expresidentes se cuidan muy mucho para permanecer aforados hasta las próximas elecciones. No renuncian a sus respectivos escaños, el del diputado Chaves ganado en las urnas y el del senador Griñán regalado por su heredera; claro que no.
Anuncian con muy mala cara, eso sí, que en la próxima legislatura no estarán disponibles. Pero de momento quieren seguir aforados no sea que los tribunales ordinarios les suban a la picota. La renuncia a plazos como nuevo instrumento de la lucha contra la corrupción.
Así continúa escribiéndose la historia de la región más pobre de Europa pese a los treinta y seis años de gobiernos socialistas; de ellos 19 por cuenta de Chaves y 4 de Griñán; más del 35% de parados y tres millones y medios de personas en riesgo de pobreza y exclusión.
A culminar esa magna obra parecen dispuestos ahora los nuevos partidos de la regeneración, prestos a secundar el monocultivo socialista de la región con la excusa de que ya les han escardado el terreno. Lo de Zarrías y Moreno, altos cargos también imputados ante el Supremo, pececillos a la mar.
Total, a la sombra del caso Rato y tras el asalto a la compatibilidad de los profesionales liberales con el ejercicio de la representación política, puede perpetrarse cualquier desatino con razonables garantías de éxito.
Sánchez, el otro líder socialista, sigue mostrando su capacidad de estadista, ahora precisamente cogiendo por el rabo la mosca de las incompatibilidades. Dice que «hay que evitar que los representantes de los ciudadanos desarrollen otras actividades privadas que no tienen que ver con sus responsabilidades políticas y parlamentarias«.
Todo dentro de un mismo guión: se lanzan datos equívocos sobre ingresos profesionales de dos parlamentarios y, sin tener en cuenta que como abogados que son tienen su régimen específico de incompatibilidades, Sánchez prende la llama en la hoguera purificadora.
Más allá de hacer leña tras haber tirado el árbol, ¿será que al jefe socialista quiere parlamentarios pastueños dependientes de la paga que el él mismo aprueba? Tal vez sólo quiera funcionarios, o técnicos en excedencia con capacidad de reingreso en sus tajos, o gentes sin más conexiones con la realidad que las filtradas por el propio partido. Quizá piense en la política como una profesión; el puesto de trabajo fijo que sigue reclamando mensualmente su sindicato fraterno.
En fin, así es como se llega a donde hemos llegado; con una trianera que a los veinte años dirigía las juventudes socialistas de Sevilla y sin solución de continuidad, a los cuarenta y uno volverá a mandar en su Junta de ellos.