La danza de los pactos

Comienza el baile

Comienza el baile

Lo va a tener difícil el PP para ligar en la noche electoral. La razón es bien sencilla: está en el Gobierno, hoy representa el sistema, lo establecido, justamente eso que quieren renovar, regenerar o tal vez eliminar los recién llegados al gran salón. Y de ellos, Rajoy sólo tiene una posible pareja de baile, Rivera; lo de los bolivarianos sería un sindiós para los votantes de uno y de otro lado.

El PSOE tiene más abierto su carnet de baile; en la oposición es más fácil arrimarse a quienes quieren cambiar, por uno u otro lado. Candidatos al baile tiene pues a diestro y siniestro; pocos se escandalizarían viendo a Sánchez salir a la pista del brazo de Iglesias o de Rivera; incluso podrían hacer un triángulo. Puestos a cambiar paradigmas, ¿por qué seguir con aquello de que hacen falta dos para bailar un tango?

Dice una reciente encuesta que los consultados preferirían ver a C’s del brazo del PP que bailando con el PSOE, pero la diferencia es tan mínima, siete décimas, que la novia podría ponerse al mundo por montera sin causar mayores desencantos entre el personal.

Los que se confiesan votantes socialistas prefieren ver a su chico con Rivera, 42%, frente al 38% que les mola más Iglesias, aunque ésta parece ser la pareja más apetecida por los de Sánchez. Entre los del PP no hay tal esquizofrenia, las simpatías se las lleva Rivera, aunque un 20% no desprecia como pareja a los mismísimos socialistas.

Todo ello podría pasar siempre, claro está, que las cartas siguieran repartidas como los sondeos vaticinan, o venían haciéndolo, porque el efecto suflé ha comenzado a desbaratar el lustre que lucían los amigos de Chávez y Maduro. Y es que lo del Caribe no funciona en la vieja Europa más allá de una tarde de ron y mojitos.

Estará rancia la política actual y su teatro necesitado de aire fresco, pero algo hay que iguala a la mayoría: la apetencia de poder. En ese ara se sacrifican a diario principios e ideales en mundos movidos por la ambición, la revancha, las apariencias y brillo social o el pragmatismo, a la postre la excusa más noble.

De aquí a las elecciones generales, que esa es la guerra y lo demás batallas, todos tratarán de converger hacia ese 4,7 en que se ubica el grueso del electorado, punto más o menos central en la escala del 1 al 10 que va de izquierda a derecha. Que puedan es una incógnita difícil de despejar; hay factores aparentemente incontrolados cuyos efectos catárticos podrían alterar todas las previsiones y expectativas, de unos y otros.

De momento, ante las municipales y regionales del próximo mes, los de Sánchez echan los tejos a los de Iglesias, en una especie de revisita de los pactos PSOE-PCE que propiciaron en 1979 la entrada de la izquierda en ayuntamientos y comunidades. Y algunos barones populares están poniendo ojitos a los de Rivera pensando en que solos no podrán resistir el pacto de izquierdas.

Los dos grandes coinciden en que solos no llegan a ninguna parte, y que la conquista, o el mantenimiento, del poder local es el Big Bertha, el arma definitiva para el asalto a La Moncloa. Aunque la historia registra que pese a aquel tremendo cañón, los alemanes perdieron la Gran Guerra.

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Posted lunes, abril 27th, 2015 under Política.

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