Hoy, día de Cervantes, es ocasión propicia para honrar las virtudes y sabiduría encerrada dentro del español, nuestro idioma común. Y es que entre las noventa mil palabras definidas en el DRAE hay una que viene al pelo para describir el espectáculo que la derecha y sus medios más afines están ofreciendo a propósito de las peripecias del señor Rato. Me refiero al término elucubrar.
“Elucubrar: 1. Elaborar una divagación complicada y con apariencia de profundidad. 2. Imaginar sin mucho fundamento”.
¿Cabe mayor precisión para catalogar las reacciones de los círculos más afectados por el escarnio?
Leer supuestas investigaciones, y reflexiones pretendidamente sesudas, sobre la causa y tratamiento del escándalo suscitado a poco más de un mes de unas elecciones termina resultando alucinante. Desde unas instancias se culpa a otras de haber aventado lo que estaba en proceso de investigación; se hacen cábalas sobre si la llama fue prendida en el seno de la Agencia Tributaria, Hacienda; en el SEPBLAC, Economía; en los Tribunales, Justicia; en las fuerzas del orden, Interior; en la Fiscalía… como si todos los funcionarios públicos fueran del PP.
Sabuesos en busca de quién avisó a las televisiones que hicieron guardia ante el domicilio del investigado, si el agente público que le acogotó ante las cámaras seguía un guión, si procedía o no la orden de detención y su levantamiento posterior; en fin de la lectura de tantas elucubraciones que sobre todo ello están haciendo los medios con mejores conexiones con la derecha política, el lector termina alucinando.
¿No resulta de aurora boreal imaginarse a un partido pegándose tiros sobre su propio pie? Además de muchas otras cosas, las trapacerías privadas del exvicepresidente Rato han distraído el escándalo de los dos expresidentes del partido socialista imputados por el mayor desvío de fondos públicos de nuestra historia. Y como se está viendo, continúan invocándose misterios de un rosario que acabará como el de la aurora si sus principales interesados no lo remedian.
¿Fuego amigo dentro del propio PP? La solidaridad interna no es virtud habitual en los partidos españoles, y aún menos en la derecha. Pero de ahí a enzarzarse en la búsqueda de responsables dentro de la propia casa…
Hace precisamente once años, la inmensa torpeza con que el gobierno popular de entonces enfrentó el magno atentado terrorista de la yihad se encontró de frente con la primera gran demostración del poder movilizador de las redes sociales. La espoleta, un simple mensaje a través de los móviles: “¿Aznar de rositas? ¿Lo llaman jornada de reflexión y Urdaci trabajando? Hoy 13-M, a las 18h. Sede PP, c/Génova 13. Sin partidos. Silencio por la verdad. ¡Pásalo!”. Fue el estreno de Pablo Iglesias y sus bolivarianos. Y sobre el éxito de la convocatoria los socialistas levantaron la pancarta de “Un Gobierno que no nos mienta”.
¿Tan poca memoria y mala conciencia tiene la derecha como para no explorar en otras latitudes quién mueve los hilos que están asfixiándola?