El apellido Cuatrecasas es conocido en medio mundo. Junto a la Sagrada Familia, el museo Picasso, Dalí y pocas cosas más, el bufete que lleva su apellido es una de las referencias internacionales de Barcelona. El hasta hace poco director, nieto del fundador, no se ha salvado de la ola de corrupción que tiene anegada a la Ciudad Condal y lo pagará con dos años de cárcel y una multa de millón y medio de euros, después de haber satisfecho a Hacienda cuatro millones más. La justicia parece que va cumpliendo su papel con los llamados poderosos.
Por esas horcas habrán de pasar y penar los Pujol, diversos personajes otrora a cargo de la Generalidad como Penafreta o Alavedra o del Barça, y una nutrida formación de encausados, procesados y demás situaciones procesales posibles, Infanta incluida. Por lo que se ve, las cosas funcionan sin necesidad de que los bolivarianos toquen poder.
La inspección de Hacienda investiga y empapela a quien con ella tope, incluido su exjefe Rato; la fiscalía, cumple su papel y no siempre se sale con la suya, caso del ERE de Coca Cola que el T.S. ha anulado, lo que viene a corroborar que también los jueces hacen su función cuando dejan colgado su ego en el perchero de casa y lo de la jurisdicción universal comienzan por aplicarlo aquí mismo.
Nuestro sistema judicial no es modélico en casi ninguna de sus facetas, como tampoco lo es el electoral, el laboral, la educación y así hasta los medios informativos, pero con esas alforjas lleva marchando la sociedad española durante más de una generación.
Emilio Cuatrecasas ha admitido que defraudó a la Hacienda Pública tres millones entre los años 2006 y 2008. El sistema era tan poco original como rodearse de sociedades a las que cargar sus gastos personales, incluida la vivienda y su servicio, el barco con su tripulación, y hasta los gastos en Elcortinglés, como dice Antonio Burgos.
Del entramado societario que se montó parece que nadie estaba enterado, ni en el propio despacho, aunque cierto es que el codirector portugués Castelo Branco dejó la firma hace tres años. Extraño parece, tanto como la fingida ignorancia de lo que pasaba en la Junta andaluza que Griñán y Chaves alegan ante la Justicia.
El bufete Cuatrecasas, Gonçalves Pereira, que esa es hoy su razón social, viene ocupando la segunda posición en el ranking español con una facturación de 248 millones. La primera plaza es de Garrigues, 332 millones, y la tercera del despacho de Uría Menéndez con 185 millones de euros.
Sucesos como este de Emilio Cuatrecasas, tenido por el abogado más rico de España, son positivos para una sociedad que quiere convivir libre y pacíficamente al amparo de la Ley. Ojalá siempre la Justicia sea igual para todos, como dijo en su mensaje navideño de hace cuatro años el Rey Juan Carlos. Nos quitaría muchos mochuelos de encima.