Ni adrede le habría salido mejor a Rajoy el lanzamiento de Esperanza Aguirre. Nada hace pensar, más bien todo lo contrario, que el anuncio de que su nominación tenía un precio, su renuncia a dirigir el partido en Madrid, pretendiera revelar el valor de su independencia. La manipulación de la realidad dio pié a Aguirre para demostrar que ella es ella misma, que Rajoy le importa un pimiento y que su objetivo único es salvar el gobierno de la municipalidad capitalina.
Lo sucedido prueba la importancia de las cosas menudas en el curso de la historia. De no haber mediado el citado desatino Aguirre podría ser vista como la candidata de Rajoy, lo que en estos tiempos aporta lo mismo que una bola de plomo atada al cuello del suicida. Justa o injustamente, y yo creo en lo segundo, pero así es como pinta la realidad.
La secretaria general de los populares tal vez quiso poner en su sitio a la rebelde militante y lo consiguió, pero no donde ella deseaba sino en el otro lado del escenario: Aguirre demostró que no busca acomodo en las propias filas sino pelea con los de enfrente. Quizá no haya mejor candidato para seguir administrando los intereses de los madrileños.
Del entendimiento con su compañera de ticket, Cifuentes, habrá tiempo para hablar; la rubia delegada del Gobierno tampoco parece cultivar la docilidad como virtud política, lo cual en estos tiempos de cambio parece apreciable.
La psicodelia, esa extravagancia que abunda entre los políticos nacionales con la misma fuerza que los alucinógenos provocaban en los hippies del siglo pasado, cubre a todos los partidos.
Oír a Susana Díez desgañitarse en un mitin, hoy mismo, que los socialistas son la honradez personificada ¡en Andalucía!, tiene bemoles. Qué arte el de la presidenta encinta para zafarse del pozo de mierda que tiene bajo sus pies…
No hay región española con mayor número de políticos encausados, y de su partido la inmensa mayoría. No hay escándalos éticamente más repudiable que gastarse en putas, marisco y champán el dinero destinado al paro; y lo hicieron compañeros de partido y del sindicato hermano. No hay región española con mayor número de parados, ni de tejes manejes del nada por aquí y nada por allá… Extraño entendimiento de lo que es la decencia y honradez.
Y para alucinógeno el goteo que los radicales bolivarianos van haciendo de su programa oculto o inexistente, que nunca se sabe tratándose de tipos que mienten más que hablan. Jornada laboral de 35 horas, más funcionarios, sueldo para todos… ¿no habrán leído el éxito que algo así, las propuestas de la primera presidencia de Mitterrand eran más tímidas, reportó a Francia hace treinta años?