Es tremenda. Como bien dice González, Díez tiene hechuras de líder, pero tan semejante a él mismo en demasiadas cosas como para preguntarse hasta dónde llega la copia y dónde comienza la Susana real.
En todo caso, cuando blande la cimitarra de degollar cristianos no deja títere con cabeza; o mejor, sólo deja sobre los hombros las cabezas de sus propios títeres. Sentir cómo imposta su voz y figura entera para achacar al de enfrente esa pandemia universal de la corrupción recuerda los mejores momentos de su maestro y padrino, el González que nunca supo nada de los Gal, Roldán, Filesa y demás desvaríos florecidos bajo su mandato. O ya no recuerda, como la instrumentalización que hizo del poder judicial en los primeros años de su gobierno.
Quizá sea ese instinto asesino el que le llevó a dar por sentado que Rajoy seguiría estando otros cuatro años en La Moncloa, un día después de que Sánchez le ofreciera «forjemos Susana, tú y yo, una nueva alianza de gobiernos socialistas en San Telmo y en La Moncloa». A tan cariñosa proposición ella no sólo dio la callada por respuesta sino que lanzó en Jaén aquello de «no saben lo que les espera a ellos (los populares) los próximos cuatro años con esta presidenta al frente de la Junta».
Así se las gasta doña Susana, a quien parece no bastarle con mofarse de los Floriano y Hernando, portavoces populares que tanto aire le dan metiendo la pata hasta las mismísimas ingles. Necesita ampliar su campo de batalla al interior de su propio partido. En el adelanto del calendario electoral andaluz, todo un año, cortar el posible desarrollo de los bolivarianos en aquellas tierras es un pretexto insuficiente; en esa decisión pesa más el hecho de adelantarse con un buen resultado propio al batacazo que Sánchez podría darse en a las elecciones locales de mayo.
Una personalidad con tales arrestos tapa la realidad, por negra que sea. El hecho de que el año comenzara en Andalucía con 1.037.716 parados no se tiene en cuenta; la culpa es de Madrid. Y como tierra históricamente abonada a las subvenciones, todo lo que pasa, incluidos los millones robados al desempleo, los planes de formación y demás mangancias del por aquí te quiero ver, es culpa de los otros, de los que “siembran sufrimiento, dolor y desigualdad”.
La chica del aparato ha cuajado en una dirigente temible, sin el menor empacho a la hora de falsear la realidad para embaucar a los ciudadanos menos avispados. Y así anda va la cosa.