Beatriz Talegón, que hace un par de años dijo que detrás del 15-M podía estar la derecha, sigue haciendo el gamberro en cada escenario en que le dan papel.
Fue secretaria de la Unión Internacional de Jóvenes Socialistas, organización en la que cobraba 2.500 euros mensuales en Viena y desde la que se despachó contra sus mayores, los líderes de la Internacional de verdad, reunidos en Lisboa. Poco antes de cumplir los dos años salió en un congreso que el setenta y siete por ciento de los miembros del presídium forzó antes del plazo previsto.
Previamente estudió Derecho, fue concejal en un pueblo manchego, del que salió para dar clases de música, y se creyó a pies juntillas aquella disparatada Operación Palace que Évole montó en la Sexta sobre el golpe de Tejero.
Talegón le zurra a todo lo que se pone por delante. “Felipe empezó muy bien, ahora ya está derrapando”, dijo hace un año en La Cuatro, el mismo día que dictó a Leguina: “abandone las filas socialistas”.
El grotesco espectáculo que dio en la tele de CLM hace un par de días prueba hasta qué punto puede degradarse la compostura de un personaje público. O su talante, lo que resulta más grave.
Se erigió en fustigadora de todo y de todos, periodistas, la presentadora de la tertulia, la propia cadena. Su tono no lo habría superado Savonarola, aquel fraile florentino que predicaba contra la corrupción, el dinero, el lujo y la sodomía. Acabó fatal, quemado en la plaza de la Señoría. Fue en 1498, año en que Cisneros fundaba aquí la Universidad Complutense y en Roma Miguel Ángel comenzaba su magna Pietá.
Esa pulsión por no dejar títere con cabeza durante años pudo haber hecho pensar a Iglesias que ahí podía tener una nueva Tania a sacar del mismísimo partido socialista. Desmontar IU le ha resultado sencillo, ¿por qué no infiltrarse en las filas del partido en el que no quiere estar ni el candidato Gabilondo?
La realidad es que ya desde hace años Iglesias y Talegón se conocían bien. Tanto, que fue ella quien le introdujo en La Sexta. Cuando le pidieron algún joven socialista de su línea para sustituirla les dijo, ni más ni menos, que “a la gente maja que yo conozco en Juventudes Socialistas no les van a permitir ir… sin embargo hay un chico que es muy majo y que creo que les puede interesar y demás que es Pablo Iglesias. Fue así. Yo hablé con Pablo y le dije si le parecía bien que le facilitará su contacto a la gente de La Sexta y así empezó a ir al programa. Y genial”. Así comenzó la historia.
Y la socialista fue correspondida con la invitación del jefe de Podemos a su espacio en Hispan TV, televisión iraní en español con nombre de tienda de alfombras, relacionada con otros canales de financiación no menos clara, como el Tele SUR venezolano o el ruso RT.
Antes de abrirse las cámaras de Fort Apache, que así se llama el programa en que Iglesias ejerce de telepredicador, un productor del estudio pidió a la invitada que se cubriera el canalillo, para lo que presto le facilitó un imperdible. Nada cuentan los testigos de cuál fuera la reacción de los de la coleta, pero el hecho es que frente a la censura iraní allí no se levantó una voz en defensa del escote occidental.
De haber sentido Talegón la tentación de liarse la manta a la cabeza y saltar de la maltrecha corriente Izquierda Socialista al torrente demoscópico que su amigo ha abierto con Podemos, la experiencia del imperdible quizá le haya curado la comezón y salvado su militancia socialista. No es imaginable verla sometida al chador, prenda femenina tan del gusto de la casta dirigente iraní. ¡Ay Iglesias, Iglesias!