Hay personas que se salen de lo común, cosa no frecuente en estos tiempos de mediocridad rampante. El político es sólo uno de los terrenos de juego embarrados por la vulgaridad; los planes de educación están modelando una sociedad poco menos que ágrafa, encandilada con la televisión basura.
Siempre llegamos tarde a los grandes momentos que hacen la Historia, desde el renacimiento hasta las revoluciones burguesas que implantaron la democracia. Pero últimamente pocos ámbitos de la vida nacional se salvan de hacer suyas las últimas extravagancias generadas por cualquier factoría de diseño de ideas caducas. Está pasando en la política, como en la cátedra, la magistratura, las artes o la información.
Pero en todos ellos surgen excepciones que permiten a algunos mantener la confianza en que otro mundo mejor es posible, también aquí. Ayer reconocí a dos en el programa 24 horas, TVE. Encuadrados en dos mundos distintos, las artes y la política: Plácido Domingo y Soraya Sáenz de Santamaría. Por diferentes arzones, ambos se salen de lo acostumbrado.
La presencia de la política y del músico, del que en otra ocasión hablaremos, tal vez compensara a muchos del mal gusto de boca dejado por las imágenes del lamentable acoso sufrido ayer por el matrimonio Pujol Ferrusola en las puertas de los Juzgados de Barcelona, y también por la no menos lamentable chulería del ex honorable negándose a testificar en castellano –a sus años, él, nombrado en los ochenta “español del año”-.
La Vicepresidenta es un dechado de sentido común aplicado a la administración de las cosas públicas. Y por ello, por dominar lo que tiene encomendado, habla claro. No salta de rama en rama, ese ejercicio cotidiano del común de los políticos, los del “y tú más” y circunloquios que ya quisiera Cantinflas para sí. Y goza de la empatía indispensable para hacerle al otro ponerse en su sitio, o de ponerse ella en el sitio del otro, cosas harto diferentes pero igualmente valiosas; indispensables en un político.
El talante mantenido durante la media hora de entrevista es más importante que las respuestas concretas a diversas cuestiones -Corrupción: en España ya no hay impunidad. Podemos, o Pudimos o Podremos, como bromeó: partidos nuevos con recetas viejas. Adelanto elecciones andaluzas: no acabo de comprenderlo, nos estamos perdiendo algo-. Debilidad, poca; contundencia, la apropiada para el momento.
Harían falta unas cuantas personalidades así para impulsar hacia delante la mirada y afanes de nuestra sociedad. Nos miraríamos más en nuestros vecinos del norte que en la problemática Grecia. Nos quitaríamos este estigma del 98 que la crisis última nos ha provocado. Y así tal vez acabáramos redescubriendo motivos de orgullo por el hecho de ser europeos de España.