El enunciado de la ponencia era solemne: “Desafíos macroeconómicos, sociales y políticos ante una compleja situación global”. El autor centraba su análisis en lo que mejor conoce, la América Latina. Ernesto Talvi es director de CERES, un centro de investigación independiente dedicado al análisis económico de las Américas. Las Américas, porque uno de los ejes centrales de su informe fue precisamente ése: hay tres Américas.
Atendiendo a diversos factores económicos -liquidez, acceso al crédito, solvencia fiscal, inflación- los siete mayores países de la región pueden ser clasificados en tres grupos. El primero, integrado por Perú, Chile, Colombia y México; el segundo por Brasil; y en el tercero figuran Venezuela y Argentina. Las perspectivas de crecimiento para los próximos cuatro años reflejan esa misma estructura.
Curiosamente es la misma división que muestran los datos de la última década sobre la convergencia entre renta y motores de crecimiento como la calidad del capital humano, innovación, servicios públicos e infraestructuras y niveles de integración comercial.
Los cinco países destacados son integrantes de la Alianza del Pacífico; el resto, Brasil, Argentina y Venezuela forman parte del Mercosur con otros bolivarianos. Teóricamente todos ellos tienen sistemas democráticos, pero en la realidad, unos lo son más que otros. Aquello de que todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros, único mandamiento que sobrevivió de los siete que consagraron los animales rebeldes de la Granja de Orwell.
No es de extrañar que los integrantes de la Alianza del Pacífico tengan relaciones de todo tipo, entre sí y con el resto del mundo. La red de acuerdos, tratados de libre comercio, etc., con todas las grandes economías supone un decisivo factor de integración y mutuo enriquecimiento del que no disponen los bolivarianos y compañía, pese al peso de Brasil.
Al margen de las ventajas que para los ciudadanos tienen las democracias representativas, hay una lectura de aplicación directa a nuestro país: los efectos que comporta la integración. Ese tejido de intereses y beneficios mutuos ratifica la vieja máxima de que la unión hace la fuerza.
¿No les dirá nada esta realidad a los sediciosos que gobiernan aquí la Generalidad? Deberían ponerse las pilas para no terminar haciendo el indio como Maduro, cuando trata de ocultar sus vergüenzas tras la sombra de un enemigo exterior. Y antes de que las circunstancias les impelen a seguir forzadamente aquella máxima de Sun Tzu: si no puedes con tu enemigo, únete a él.