Ahora, el socialista de Portugalete. Dice Francisco López, Patxi, que los socialistas estarían dispuestos a considerar que el País vasco fuera reconocido como nación en una reforma constitucional. Así se lo ha brindado a los peneuvistas, sin duda a la vista de los buenos resultados que les ha reportado en Cataluña su jueguecito similar con los convergentes. ¿No aprenderán nunca?
Parece que no está dispuesto a hacerlo el ex lehendakari, que lo fue gracias al apoyo de los populares en tiempos de Aznar. Con la velocidad de un meritorio se lanzó ayer a congraciarse con el presidente del PNV, quien aseveró en el calor de un homenaje a Arana, el fundador, que ellos no entrarían a negociar ninguna reforma que no pasara por el reconocimiento nacional de lo suyo.
Y mientras el Secretario de Acción Política, Ciudadanía y Libertades del primer partido de la oposición, que todo eso cubre Patxi, su jefe sigue hablando de todo sin ningún fundamento porque no sabe lo que tiene entre manos. Qué razón asiste al veterano Rodríguez Ibarra cuando advierte de los peligros del hiperliderazgo que han generado las primarias en su partido: “nadie discute al líder, y así nos van las cosas”.
La carrera de Sánchez tras el espectro de los bolivarianos está produciendo un efecto inesperado, más allá de su próxima aparición en un show televisivo siguiendo la estela del coletudo novio de Tania Sánchez, la concejala de Rivas tan dadivosa con un hermano a cargo del dinero público. Cada vez son más quienes piensan que Zapatero era todo un estadista al lado de este personaje al que la realidad se empeña en desmentir cada uno de sus actos. Prohibió a sus eurodiputados votar a Juncker por austericida y el supuesto austericida comienza su mandato con un plan expansivo de la economía.
Si el ya no tan flamante mandamás socialista hubiera aprovechado mejor el tiempo en que cobraba su sueldo de diputado sin demasiados agobios legislativos se habría enterado de que la reforma del artículo 135 de la Constitución que ayer quiso desmontar fue algo más que el producto de un pacto entre POE y PP hace tres años; simplemente era un requisito por ser miembros de la zona Euro. Como ayer comentó irónicamente el ministro De Guindos sobre la maniobra de Sánchez, “confío en que no quiera sacar a España del Euro”.
Y hablando del Gobierno: ¿es que nadie previó que la señora Mato tendría que terminar como finalmente ha acabado? Jo, qué tropa.