Con la marabunta comiéndose el sistema por los talones, y senadores y diputados siguen dándole vueltas al sexo de los ángeles, tal como dicen que pasaba en Constantinopla cuando los turcos entraron y cerraron la Edad Media.
Aquello sucedió en mayo de 1453, o mejor dicho no sucedió, porque la derrota de los cristianos se fraguó durante meses de rudas batallas. Fue muchos siglos antes cuando la corte e iglesias de aquel Imperio Romano de Oriente ocupaban su tiempo entre cruzada y cruzada discutiendo sobre el sexo de los ángeles y otras sutilezas teológicas. Aquellas discusiones bizantinas se reproducen hoy y aquí mientras los moros que avizoran en las costas del sistema planean por dónde romper los muros del Estado de Derecho.
Bien está pedir perdón, también Boabdil lloró tras la pérdida de Granada desde el Suspiro del Moro, camino del puerto de Adra del que salió para nunca más volver. Como tampoco está mal poner sobre el tapete cincuenta o setenta medidas contra la corrupción como quien arroja las cartas de un póker de ases imbatible.
Pero mejor estaría sentarse a poner entre todos negro sobre blanco tan sólo tres o cuatro: el que la hace la paga, y realmente paga, justicia en tiempo real, penas disuasorias y responsabilidad por culpas in vigilando e in eligendo. Pero no, acabarán discutiendo sobre una casuística sin sentido porque la realidad, como el agua, siempre encuentra vías de escape insospechadas.
Y entre tanto, el cretino que tiene encelada a media Cataluña para tapar los desmanes de su partido y desgobierno sigue empeñado en confrontarse con el sentido común, el Derecho y la Historia. Nada menos. ¿Es imaginable el libertador Moisés, de cuya imagen se apropio en cartel electoral, mintiendo como un trilero callejero? No oficia para no ser impugnadas sus órdenes; no hay referéndum, sólo un acto participativo como la sardana, ¿se atreverá Rajoy a prohibir la sardana?…
Llegar a semejante estado de cosas no es flor de un día; para conseguirlo hay que empeñarse muy a fondo en ello, o quizá no hacer nada. Que ya dice el proverbio gallego, “Nunca choveu que non escampara”.
¿Para cuándo decir lisa y llanamente que se necesita cambiar el sistema electoral de las listas y sustituirlo por otro que permita elegir libremente a los representantes? Así los votantes podríamos limpiar directamente la corrupción y cortar el circulo vicioso de la partidocracia. http://necesitamospoliticosdeconfianza.blogspot.com.es/2014/09/el-circulo-vicioso-de-la-partidocracia.html