Les dijo Mas a un grupo de empresarios que la libertad tiene un precio, pero que seguir como están quizá sea más caro que la independencia. Ah! y que no doblen la espalda, que es tiempo de mantener el tipo.
En el mismo acto pidió a Rajoy que no entorpeciera su consulta, que, total, no era decisoria de nada; meramente consultiva, como una encuesta. ¿A qué tanto lío, pues; tantos estudios, embajadas a medio mundo, observadores en Escocia, proyectos de un ejército propio, y demás modos de perder el oremus?
De seguir por los derroteros que frecuenta, el catalán nos sorprenderá un día siguiendo los pasos del tal Maduro, el presidente bolivariano que ha lanzado a su pobre país a rezar una nueva versión del Padre Nuestro -«Chávez nuestro que estás en el cielo, en la tierra, en el mar y en nosotros, los y las delegadas; santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu legado para llevarlo a los pueblos de aquí y de allá. Danos hoy tu luz para que nos guíe cada día; no nos dejes caer en la tentación del capitalismo, mas líbranos de la maldad, de la oligarquía, como del delito del contrabando, porque de nosotros y nosotras es la Patria, la paz y la vida. Por los siglos de los siglos, amén. ¡Viva Chávez!”-.
¿Se imaginan una majadería similar en plan nacionalista catalán; Guifré el Pilós, Companys, Pujol…. hacia quien iría la advocación final?
Decir se puede decir de todo, como Mas prueba a diario; pero decir en la misma mesa una cosa y su contraria es demasiado como para que los comensales no se sientan insultados. Pues ahí tienen a los convocados al almuerzo de la Cámara de Comercio de la ciudad condal tragándose todo sin decir ni mu. Más de dos centenares de ciudadanos mudos, como si el invitado fuera aquel Gual Villalbí, un ministro sin cartera que Franco tenía dedicado a Cataluña durante los años sesenta. Con la misma unción y respeto.
El precio de la libertad; toma castaña. Y encima, coñón.