Dicen los británicos del Financial Times, y dicen bien, que necesitamos una renovación institucional; que lo de Pujol, la vergüenza de Cataluña, es una mancha sobre España. Por si no bastaran los falsos EREs de la Junta andaluza.
El editorial del FT subraya que la confesión del fraude fiscal continuado durante 34 años por parte del expresidente de la Generalitat echa por tierra el argumento de que Cataluña aporta al Estado más de lo que recibe; o sea, aquel grito de guerra salido de un gabinete de comunicación estratégica, “España nos roba”.
La hipocresía manifestada por el durante tanto tiempo venerado como muy honorable habrá cambiado los términos en que venía produciéndose el frente independentista, pues no en balde él es el padre del nacionalismo moderno, dice el diario.
La opinión del FT no es demasiado original; aquí mismo se decía lo propio hace un par de días. Pero parece que dicho desde fuera tiene mayor relevancia; tal vez por aquello de que los árboles no dejan ver el bosque.
Y así debe de ser hasta para el propio Mas. Por encima del inevitable tributo a la demagogia nacionalista, se advierten apreciables diferencia entre el Mas del último año y el actual. El desafío chulesco ha dejado paso a palabras como las que ayer dijo después de referirse a los tiempos, tres siglos ha, en que austriacos y franceses terminaban la guerra de sucesión española en suelo catalán: “El pueblo de Catalunya lo que quería era gobernarse a sí mismo… Catalunya sigue teniendo el mismo hilo conductor: gobernarnos a nosotros mismos tanto como sea posible”.
Ese “tanto como sea posible” está en la misma línea de devaluatoria que ayer abrió Joana Ortega. Algo es algo. La vergüenza por lo de Pujol comienza a pesar sobre Cataluña… y el resto de España.