En su primer acto como electo secretario general socialista, Pedro Sánchez ha puesto sobre el tapete una cuestión de interés general: cuál es la esencia del liderazgo, qué significa ser líder. ¿Seguir la corriente o, por el contrario, abrir nuevos cauces? ¿Encabezar la manifestación o secundarla?
El flamante dirigente parece sentirse más cómodo siguiendo la corriente. Para justificar su primer gran error político se ha escudado en haber seguido la opinión de sus bases. «Si hay algún compañero o compañera que no se haya sentido cómodo con esta decisión, lo único que le puedo decir es que se venga conmigo a una agrupación y se lo explique a los militantes de base«, dijo hoy.
Se refería a la orden dada de romper el compromiso a que sus colegas socialdemócratas europeos habían llegado con populares y liberales para que, por vez primera, los órganos de la UE reflejen el resultado de las urnas.
La cuestión no radica en cuán seguro esté de que sus bases quisieran ver a los suyos rompiendo acuerdos de caballeros y votando junto a las selectas minorías de franceses lepenistas, ultraconservadores británicos o los rojeras nacionales, Iglesias, el par de comunistas, el separatista catalán, el bilduetarra, etc. Lo relevante es si está dispuesto a encabezar la manifestación o si piensa seguirla desde dentro de sus filas arropado por el vacío ideológico de la masa. Esa es la cuestión.
Un líder no merece ese nombre si de vez en cuando no está dispuesto a estar solo, dijo un americano que de eso sabía mucho. Ni tan pegado a la masa como para confundirse en ella, pero tampoco tan solo como para que le pierdan de vista.
Y es que, además de otros atributos de carácter formal, el liderazgo requiere estar cierto de a dónde se quiere ir y cómo llegar. Alcanzar ese nuevo horizonte desconocido antes de emprender la marcha será mérito suyo, porque la gente no llega a ninguna parte sin alguien que la guíe.
La tarea no es sencilla; requiere más conocimientos, reflexión y experiencia de los que se pueden acumular en unos meses. Pero sí resulta perentoria dado el grado de desagregación política y social en que vivimos. Ojala todos, y Sánchez el primero, se pongan a ello.