Abierto en canal como lo está, el partido socialista puede sobrevivir un par de meses pero no mucho más. Las derrotas, siempre huérfanas de padre, suelen abrir procesos de inculpación sin freno ni marcha atrás. Desde el último desastre electoral se van desflecando organizaciones territoriales faltas de un referente claro en la organización nacional.
Mientras los restos de la otrora poderosa organización catalana se disuelven hasta quedar nadie sabe en qué, en la castellano leonesa algunos cabecillas juegan entre sí como los comuneros contra el emperador, la vasca comienza a sentir bajo sus pies el vértigo de la autodeterminación que destrozó a los catalanes, la madrileña no ve el momento de sacudirse de encima al contumaz perdedor que tienen por cabecilla, etc. Mientras todo eso ocurre, en la sede central de la calle de Ferraz asisten confusos a la carrera por los avales que encabezan Sánchez y Madina. Los dos contendientes principales para ocupar la sede vacante de Alfredo Pérez Rubalcaba.
Ninguno de los dos es un outsider de la política nacional ni de la de partido tampoco; ambos son diputados, ambos fueron concejales y los dos han ocupado cargos de enjundia diversa en el aparato, nivel éste en el que Madina gana enteros al ser secretario del grupo parlamentario en la Carrera de San Jerónimo.
Al destaparse la olla del Congreso próximo, y tras la reserva de Susana Díaz en los cuarteles andaluces desde los que mucho habrá de decir, Eduardo Madina apareció como el candidato orgánico. Su presencia en la primera fila de escaños, siempre próximo a Rubalcaba y Rodríguez, así lo sugería. Su juventud, 38 años, encaja en el clisé de eso que llaman renovación, y el atentado terrorista que sufrió en el país vasco le confiere un hálito singular.
Pedro Sánchez, madrileño de 42 años, surgió de forma un tanto inesperada por los medios, y para muchos socialistas también. Curiosamente consiguió su acta de diputado en las dos últimas legislaturas gracias a las renuncias de Solbes, en la anterior, y de Narbona en la actual. En el partido estuvo próximo a José Blanco, mandamás de organización en la era ZP. En su vida profesional es catedrático de Economía en una universidad privada madrileña y afirma en su blog que ha trabajado como autónomo. Ideológicamente se auto sitúa en un 4,5 entre la izquierda y la derecha.
Sánchez ha sido uno de los contertulios del programa televisivo 24 horas. Los panelistas con los que TVE trata de ofrecer una diversidad de opiniones suelen provenir, o ser sugeridos, por empresas de medios de comunicación o los grandes partidos. Durante meses mostró un perfil más independiente de lo que se podría presumir siendo diputado de un partido, circunstancia por otra parte no habitual. ¿Comenzó así su lanzamiento?
Mientras, Madina se muestra presto a disputar espacios tanto a los nacionalistas como a los de Podemos; a todos los azimuts, que decía González. Dado que su grado de conocimiento interno es superior al de Sánchez, su gran baza es haber conseguido de Rubalcaba abrir las candidaturas a consulta previa de la militancia. Con ello ha podido desactivar la influencia de la organización con mayor número de compromisarios, la de Susana Díaz. Porque ¿se atreverán los delegados a llevar la contra a la militancia? Extraño ejercicio de democracia representativo-asamblearia.
Ninguno de los dos candidatos ha dedicado demasiado tiempo a explicar a sus compañeros un modelo de partido, pensamiento, organización interna y demás. Pero tampoco parece eso hoy lo fundamental.
La lealtad constitucional es el núcleo del problema que se cierne sobre el Congreso Extraordinario. El PSOE y el país en su conjunto saldrán con bien de esta disputa socialista si triunfa el candidato que ofrezca más garantías. Y las cumpla, naturalmente.