Al circo de Elena Valenciano le crecen los enanos. Por si los dolores que a la candidata le provocan los datos sobre la marcha de la crisis fueran pocos, entra en pista la vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones, Magdalena Álvarez, ex consejera de la Junta andaluza de los Eres y ex ministra del Ave. El “más difícil todavía” está servido.
La decisión de la Audiencia de Sevilla de rechazar el recurso de Maleni e imputarla como presunta responsable de los Eres incorpora a la función un número que no figuraba en cartel, ni siquiera en los programas de mano. El público asiste atónito a la espera de novedades: ¿cubrirá la fianza multimillonaria que sobre ella pende, pedirá la renuncia al sillón preferente que ocupa en el BEI, le salpicará la falda el nuevo caso de los dineros distraídos de las obras del Ave en Cataluña?
Cualquier cosa cabe esperar de esta economista que en el 2004 Chaves expidió desde el gobierno andaluz al nacional de Zapatero; de esta parlamentaria que confesaba dudar de su propia capacidad siendo ministra –“coincido con usted en que no tengo ni idea de la Ley de la Función Pública”- ; de la política que en un mitin sentenció aquello de “antes partía que doblá”; que no se rendía, vamos. Diez años de consejera de la Junta y cinco de ministra de Fomento antes de pasearse por medio mundo desde su atalaya europea.
Tras su salida del Gobierno con la Gran Cruz de la Orden de Carlos III, pese a ser la única ministra reprobada por el parlamento, Maleni Álvarez guardó la compostura debida a tan alto honor y sin dar un solo mitin ganó en 2009 el escaño europeo. Sólo estuvo en él un año, hasta que salió para ocupar plaza en el consejo de BEI y en nombre de España ocupar una vicepresidencia. Cosas de Zapatero.
Pero Maleni no es el mayor problema con que se topa la troupe de Rubalcaba. Lo peor es la lluvia de datos macroeconómicos y previsiones internacionales que amenaza con hundir su carpa. Centrar toda una campaña en que no salimos de la crisis ha sido la gran torpeza de los programadores del espectáculo.
De la gran crisis, la del 29, el presidente Roosevelt sacó adelante a su nación abriéndole puertas a la esperanza cuando dijo aquello de que sólo hay que tener miedo al miedo mismo. ¿Cómo no van a ir para atrás las expectativas de voto socialista si, como dice Rajoy, parecen cenizos aferrándose a lo peor del momento, el paro, sin reconocer la evidencia de que las cosas están cambiando a mejor? Y sobre todo, ¿es esa su mejor aportación a la salud mental del país?
Este es el auténtico drama que está arruinando las posibilidades de un partido que siente que sus espectadores no acaban de llenar las gradas cuando el espectáculo está ya entrando en su segunda fase. Es lo que dicen las encuestas últimas, y la del CIS no suele ser una broma. Y por si no bastaran tantos desastres naturales, la esperanza blanca del socialismo hispano, el francés Hollande pone a Valls a recortar como si no hubiera más camino que el que aquí hemos transitado en los últimos dos años. ¿Qué alternativa, de qué argumentos pueden echar mano los de Rubalcaba para acarrear los votos necesarios para ganar los comicios del 25 de mayo próximo?
Todo se vuelve contra la pobre Valenciano, la de “españoles y españolas”, el aborto a la carta y la derecha liberticida. Seguirá en sus trece, como el Papa Luna en Peñíscola.