Es una mera clasificación, o la definición que cuadra al diputado Cayo Lara. Nada sorprende en él, salvo su cansina contumacia; cuanto dice es perfectamente pronosticable, sin riesgo de error.
Un ejemplo, sus comentarios de hoy sobre los datos del paro, o del empleo. Desprecia que en marzo 16.725 personas se hayan dado de alta como autónomos. Quizá no le caiga en gracia que en España haya más de tres millones de autónomos registrados en la seguridad social, es decir, profesionales regularizados. Tal vez los prefiera sumergidos en la economía subterránea porque mientras haya una chapuza de la que vivir ¿para qué emprender un negocio, una actividad por cuenta propia?… Mal terreno parece ese del emprendimiento para que prospere la simiente comunista.
Cuanto peor, mejor podría ser el lema de sus armas. Dice que el crecimiento del empleo se debe a la vuelta a casa de los inmigrantes. ¡Hombre de Dios, si en el mes de marzo se han firmado 1.216.637 nuevos contratos! Eso sí, sólo atiende a que el noventa por ciento de esos nuevos empleos tienen carácter temporal. Quizá los prefiera en el paro y marchando de diez en fondo confesándose parias de la tierra y miembros de la famélica legión. ¿O no?
Trabajo precario, dice despectivo, mientras pasa por alto que de esos contratos temporales tres cuartas partes son a jornada completa. Lógica su crítica; la integración social que procura el trabajo va en contra de sus intereses partidarios.
Naturalmente el personaje no puede hacerse eco de que en los seis últimos meses el paro se haya reducido en un cuarto de millón. Pero sí podría hablar de lo magro del saldo del mes de marzo: descenso del paro en diecisiete mil personas habiéndose creado más de un millón doscientos mil empleos. Ello significa que siguen ajustándose puestos de trabajo en cantidades superiores al millón mensual, de lo que podría sacar tajada a base de demagogia, pero no le interesa.
Porque tarde o temprano tendrá que decir a sus huestes que ese juego de empleos nuevos y viejos seguirá siendo la realidad del llamado mercado laboral, como en el del capital se alternan éxitos y quiebras. Lo que importa es que el saldo de esa movilidad remita los actuales niveles de paro al mundo de las pesadillas. Ese es uno de los temas que merecen explicaciones y debate.
¿Ante quién son responsables los políticos? Se habla demasiado de responsables políticos pero nunca queda claro ante quién han de responder, ¿sus conmilitones, el conjunto de la sociedad? A todos vendría bien una mayor y mejor ilustración sobre la realidad social tal cual es; he ahí una de las principales funciones de los responsables. Quién la esté cubriendo es un interrogante sin respuesta.
Y qué decir del cretino que pide explicaciones al Jefe del Estado sobre lo que se cuenta en una novela de ocasión… Ese alegato de “quien calla otorga” podría hacérselo a sí mismo. Ahí están sus silencios sobre realidades tan ciertas como el reciente terrorismo callejero en Madrid, o hace unos meses en el Gamonal burgalés, por ejemplo.
Quizá en esos casos se aplique aquel consejo marxista, “mejor es estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar la duda”. De Groucho, naturalmente.