Los mejores argumentos socialistas estaban centrados en el aborto libre y la derecha liberticida; ayer, la Soraya de Rubalcaba dio un salto al frente distribuyendo mierda por el hemiciclo. Hasta ayer parece que no se habían enterado de los tremebundos ilícitos en que habrían incurrido la vicepresidenta Soraya, la de Rajoy, y el candidato popular Arias. La primera, cobrando sobresueldos en su partido; el segundo, porque el gobierno canario dice que dio una concesión a una empresa en la que al parecer participa el popular.
Tremendos pecados. La vicepresidenta dijo que en su puta vida había cobrado nada indebidamente, y el segundo no tuvo que decir nada; qué iba a decir si en cualquier caso el gobierno canario no es precisamente de los suyos.
Quizá la diputada socialista que desde su escaño de contrabarrera acostumbra a abroncar puesta en jarras a los de enfrente acaba de descubrir la basura que echó sobre los estenotipistas que toman buena nota de cuanto se dice. O no. Tal vez la ha estado guardando para fechas tan señaladas como el comienzo de una campaña electoral que, una vez más, su jefe parece tener perdida.
En cualquier resulta sarcástico ver su imagen respaldada, justo en la fila siguiente, por personajes como Zarrías y Chaves, tan traídos y llevados en autos judiciales cargando con el peso de los millones -eres, cursos de empleo, etc.- sistemáticamente utilizados para comprar votos por la Junta andaluza que dirigieron.
Europa, su historia y futuro, merece mucho más que estos envites de villanos a que nos tienen acostumbrados determinados fulanos que cursan como políticos. Y, naturalmente, cuando escribo fulanos estoy utilizando la gramática castellana; quiero decir que incluyo tanto a tipos como Mas, Junqueras, Bosch y demás, como a sus equivalentes femeninos, caso de la portavoz adjunta de Rubalcaba o de las fulanas que increpan por las calles de la ciudad condal a pacíficos ciudadanos que creen vivir en una sociedad libre.
Menos mal que poco después de la trifulca parlamentaria y precisamente en Alemania, el Real Madrid de Carlo Ancelotti, Florentino Pérez y Plácido Domingo despejó dudas sobre la marca España. Menos mal. Sería interesante conocer la opinión de la diputada Rodríguez sobre el éxito. Y la de los secesionistas, ni le cuento…