Ese señor que debería administrar la región catalana sigue erre que erre con que convocará la consulta sí o sí. Lo demás, comenzando por los 820.000 parados con que empezó el año, parece importarle un bledo.
”Yo la consulta la convocaré”, ha dicho en la fiesta del mercado de la flor, muy pagado de sí mismo con un “yo” rotundo que trata de poner en valor cuando añade que “habríamos preferido convocarla de acuerdo con el Estado y el Gobierno español”…. Pero para eso estoy “yo” y nada me detendrá, parece querer decir.
El personaje se hace ridículo con la tabarra del mono tema que pregona cerrando las puertas que dice querer abrir. Así se explicaba ayer: “Es imposible llegar a acuerdos con aquellos que se niegan a sentarse sistemáticamente… ya perdieron una ocasión cuando recurrieron contra el Estatut en el Constitucional, perdieron otra ocasión cuando dijeron rotundamente que no al pacto fiscal, y ahora vuelven a perder otra ocasión cuando ni quieren sentarse en la mesa para acordar el proceso que ha de llevar a Cataluña a su futuro«.
Con eso de sentarse para acordar el proceso… más que dialogo está ofreciendo un contrato de adhesión. ¿Sentarse para acordar el proceso, o para encontrar una salida al lío en que se ha metido, y con él a los residentes en Cataluña?
El personaje está en medio de un laberinto en el que entró sin encomendarse a Dios ni al diablo de la mano de su principal adversario, un tal Junqueras. Y no encuentra más salida que dar patadas contra el aguijón.
Es lo que tiene haberse quedado pegado en las leyendas de la época artúrica. Si hubiera llegado en sus lecturas más allá, aquellos tiempos en que la historia se enhebraba sobre la mitología, habría podido hallar alguna sugerencia para resolver su problema, como el hilo de Ariadna. Lo cuentan y no acaban desde los tiempos de Homero y Hesiodo, siglo VIII a.C., hasta nuestros días Alan Milne, el creador del osito Winnie the Poo.
En cuatro palabras, un sencillo ovillo de hilo fue el arma con que Teseo pudo salir del Laberinto cretense tras acabar con el Minotauro que aterrorizaba a los atenienses cobrándoles tributos humanos. No tuvo más que seguir el cabo suelto que fue dejando a su paso por el embrollo de muros y callejas sin salida aparente para reencontrar la puerta por la que entró. Ariadna y su hilo le sacaron del atolladero sano y salvo.
Si el agobio que le atenaza aún no le hubiera cegado, Mas podría entender que para salir de su laberinto sólo tiene que seguir el hilo que puso en sus manos el pueblo español: la Constitución. El mismo que le ha servido para llegar hasta donde está, en la presidencia de gobierno de una de las comunidades autónomas en que está organizado el Estado.