Malo cuando el diario español de referencia dedica su revista dominical a un personaje como Garzón, ¿recuerdan?
Dice en larguísima y cariñosa entrevista que no existe lugar en el mundo, y mira que ha viajado en estos años, en el que no le hayan recibido en olor de multitudes –textualmente, “muestras de apoyo por parte de las cortes supremas, organismos internacionales, en que no haya recibido ese calor y me hayan dicho que no entendían lo que me había ocurrido”-.
Ecuador, Argentina, paraísos de la democracia y de la libertad de expresión y prensa. Hay cosillas que podrían mejorarse pero lo mismo ocurre aquí –textual: “con la seguridad ciudadana, el aborto, una reforma educativa que nos coloca en la cola del mundo”- ¿No es genial? Sólo los genios pueden causar tal asombro: la ley de educación –que por supuesto no habrá leído- nos coloca en la cola del mundo.
Increíble sujeto, mártir de las libertades bien entendidas, que también tuvo de dejar la OEA después de hacer un informe sobre las FARC porque –textual: “Estados Unidos impuso mi salida”-. Eterno perseguido, defensor ahora de Assange –textual: “estoy muy preocupado por su estado”-, defensa que le impide ocuparse también de la de Snowden. Brillante clientela.
Y, claro, dice este buen señor que cazaba en compañía del entonces ministro socialista de Interior Bermejo y una fiscal de la Audiencia Nacional cuando investigaba a los chorizos de la Gurtel popular, que la justicia de ciega, nada. Textual: “No creo a aquellos que sostienen que los jueces deben aparcar su ideología. No. Deben tenerla, contaminarse con la sociedad, saber lo que están haciendo.” Bello concepto ese de la contaminación aplicado a las tareas de un juez. “Contamíname, mézclate conmigo / que bajo mi rama tendrás abrigo”, cantaban Ana Belén y Víctor Manuel; como bolero, vale; pero con lo de la independencia de juicio, ojos vendados y demás, mal ¿no?
¿Por qué ahora Garzón? Curiosamente y por el mismo precio, el periódico comenzaba ayer un serial recontando de pe a pa la historia de los golfos apandadores que se inflaron durante el gobierno popular de Aznar. Cosas.