Este país en el que los enanos crecen más que las buenas causas, de vez en cuando genera alguna idea merecedora de respeto. Últimamente no abundan, incluso tienen precedentes no tan lejanos, pero tranquiliza que alguien esté pensando más allá de la esterilizante politiquería habitual de los Mas y de los menos.
Ahí está el caso de la presidenta andaluza retomando la idea de poner algunas bases para que Andalucía pueda tener algo más que sol, jerez, olivos y jamón; que Andalucía llegue a jugar en el sur europeo un papel semejante al que en la costa oeste de los Estados Unidos cumple el Silicon Valley. Susana Díaz ha comenzando llamando a los presidentes de Telefónica y del Santander, las dos primeras multinacionales del país para que, cada una en lo suyo, eche una mano a la tarea.
La dificultad es clara. La concentración de empresas que se produjo en el Valle de Santa Clara, en las inmediaciones de San José y San Francisco, no nació de ningún plan promotor de algo parecido a nuestros antiguos polos de desarrollo. Fue producto de cientos de pequeñas iniciativas con más talento que silicio para inventar nuevas formas de transmisores, semiconductores y demás elementos básicos del mundo de la computación. Pero también de la idea de un profesor de The Farm, como coloquialmente se denomina la Universidad de Stanford, de proporcionar terrenos a jóvenes emprendedores para desarrollar sus capacidades.
Unos de los primeros fueron los recién licenciados William Hewlett y David Packard, y allí nació HP, la marca que lleva la mitad de los componentes del ordenador que estoy utilizando. Y a partir de ahí, todos, Appel, Adobe, Facebook, Cisco, Google, Yahoo, Intel,Oracle, PayPal y un interminable etc.
Ser hoy en la vieja Europa el gran semillero de nuevas iniciativas como aquellas lo fueron en su día, de startups, no está al alcance de un par, ni de media docena más de acuerdos; requiere de clima y fauna muy especiales. En cuanto al clima meteorológico Andalucía ofrece lo mismo que California, y pocas regiones europeas podrían superarlo. Ahí gana de lejos a la Tech City nacida en Londres con esa vocación. Otra cosa es el ambiente cultural que respira nuestra fauna. Y aquí es donde casi todo está por aprender, o mejor por aprehender. Por ejemplo, cultura de esfuerzo, del riesgo y del valor de la recompensa, espíritu competitivo y la solidaridad necesaria para trabajar en equipo. Y naturalmente buenos centros de educación, desde la escuela rural hasta la universidad y las enseñanzas profesionales.
Difícil, ¿cierto? Pero estas condiciones precisas para el desarrollo de emprendedores con más ingenio que miedo al fracaso tampoco son frecuentes en el resto de Europa. Fuera complejos. Ir por ello sería una nueva forma de hacer política. Digna, de dignidad.
Más información relacionada con el tema. En Andalucía (en estas referencias, Sevilla en particular) existe un sector industrial interesante (Airbus, Renault, Abengoa, Persán, etc). Me lo confirman los alumnos que salen de la Escuela de Ingenieros.
http://elcorreoweb.es/2013/07/09/los-mandamientos-segun-sevilla/
http://www.sevilla.org/ayuntamiento/areas/delegacion-de-relaciones-institucionales/OPEyDE/investing-in-seville