Sigue empeñado Rubalcaba en abrir en canal la Constitución para hacer una España federal. Una vez más, otra nueva España. Y van… El último siglo y medio lleva consumidos más proyectos que ningún otro país europeo: desde la monárquica liberal, la republicana federal, la de la Restauración canovista, la de los reformadores de la enseñanza, la de los generales africanistas, la de Azaña, la de Franco… hasta la de la concordia de la Constitución del 78.
Tanto ajetreo y tan costoso apenas ha alterado las cuadernas de la nave en que hace seis siglos se embarcaron los reyes de Castilla y Aragón para alcanzar el primer Estado moderno. Demasiado tiempo de gozos y quebrantos, navegando entre mil escollos como para que ahora sucumba frente al islote ucrónico del nacionalismo. Que de eso se trata; ucrónica es la reconstrucción histórica “que da por supuestos acontecimientos no sucedidos, pero que habrían podido suceder”, dice la RAE.
Las ensoñaciones ameritan ser tratadas como tales. El desafío de Mas y compañía, Durán, Pujol, Junqueras, etc., no tiene solución política. Puede ser tratado con maniobras políticas de entretenimiento pero no darán resuelto el problema, por generosas que parezcan las contraprestaciones que puedan ocurrirse a los negociadores; llegando hasta el absurdo, ni una solemne bendición para independizarse. Porque ¿a qué pesebre recurrirían el día siguiente los apandadores? Cualquier fórmula que se ponga sobre la mesa correrá la suerte de la falsa moneda de la copla gitana, “que de mano en mano va, y ninguno se la queda”.
Desengáñense los socialistas y afines académicos, federalizar el Estado es pan para hoy, y para los secesionistas, un mero escalón sobre el que seguir trepando por la cucaña del mito sin final. Cucamente, al mismo Mas se le ocurrió en esa iluminación que confiesa haber tenido el día de la Constitución, dejar una puerta de escape hacia el federalismo en su fórmula para el referéndum. No hay otra razón para repreguntar a quienes respondan afirmativamente que quieren que Cataluña sea un Estado si quieren, además, que sea un Estado independiente. ¿Es que hay otra forma de ser Estado? Sólo una, la de Puerto Rico, el Estado Libre Asociado que en su día cautivó a algún mandamás de CiU.
Pero lo demás, abrir en canal la organización del Estado de las autonomías para convertirlo en Federal, requiere más que una segunda transición. No basta con retocar el título VIII, cosa que está al alcance de un consenso importante, 3/5 de las dos cámaras, pero mucho más liviano que los requeridos para modificar el título preliminar y los dos siguientes: 2/3 de ambas cámaras, disolución inmediata de las Cortes, elecciones generales, ratificación por éstas de la reforma aprobada por las anteriores, también con mayorías de 2/3, y referéndum nacional. Ni más ni menos.
¿Quién es el señor Mas, y cía., para poner este país patas arriba durante un año, y precisamente el año en que la crisis podría quedar atrás? ¿Quién convencerá a los españoles de que la solución al problema radica en trocear España en pequeños Estados que acto seguido se federan para recrear un país llamado España? ¿Pero es que hay algún español capaz de jugársela por el federalismo? Y por último, señores socialistas, sabiendo ustedes que la independencia no se cura con el federalismo, ¿a qué viene el empeño de abrir en canal la Constitución; es que no han hallado otra fórmula para desalojar a Rajoy del banco azul?