“Rebelión en Nochebuena” era una de novelitas reunidas en “Dios le ampare imbécil”, obra de Álvaro de la Iglesia, director por más de 30 años de La Codorniz, “la revista más audaz para el lector más inteligente” que sobrevivió al franquismo. Me vino a la memoria al oír que las televisiones de los nacionalistas catalanes y vascos pasaban del mensaje navideño de su Jefe del Estado.
No era la primera vez; el insólito hecho forma parte de la tramoya habitual de los montajes separatistas. Pobres, se sienten más realizados honrando en el cementerio a un personaje como Maciá, el militar español que se llegó hasta Moscú en busca de ayuda para la independencia de Cataluña, y visto que Lenin no estaba para bobadas planeó proclamar la República Catalana invadiéndola con dos columnas militares que habrían de llegar hasta Olot desde Francia. Naturalmente las autoridades galas frustraron el golpe de Prats de Molló.
Todo un patriota Maciá; como su predecesor tres siglos atrás, el canónigo Pau Claris, primer presidente de la Generalitat que acabó entregando la soberanía de su Cataluña independiente a la Francia de Luis XIV.
De lo de Mas poco hay pues que extrañar, salvo que no haya aprendido nada de la historia de frustraciones que protagonizaron tan admirados predecesores. En fin, que Dios le ampare en el año que asoma por el calendario.
Y que tampoco deje de su mano a aquel errático presidente de Cantabria, pobre tierra mía, que tras dejar una estela interminable de pufos y falsas apariencias se autoerige hoy en desfacedor de entuertos –“intervenciones espurias contra la independencia del poder judicial”- para batirse por personajes tan extraños como el juez Silva, Elpidio de nombre.
¡Ay la corrupción! Aquella razonable deuda pública por habitante de que presumió a su salida acabó siendo escandalosa tras ser descubiertos los trucos con que camufló sus dispendios: facturas impagadas, empresas para el escaqueo contable… Y como buen regionalista tejió una tupida red clientelar porque el favor con favor se paga. Ese es el predicador televisivo de probidad y buen gobierno.
El de Revilla es uno de esos casos populares que de vez en cuando cuajan en el país para admiración de públicos diversos; capaz de vender ediciones de “Nadie es más que nadie” con la facilidad de Belén Esteban sus “Ambiciones y reflexiones”; de Mario Conde, “Los días de gloria”, o de aquel Eleuterio Sánchez –“yo no soy el Lute, que soy Eleuterio; el Lute lo seréis vosotros”- de “Camina o revienta”, “Mañana seré libre” y “Cuando resistir es vencer”.
Diferentes maneras todas ellas de ser español.