“No estaremos en la foto”, dijo la portavoz socialista, la otra Soraya, rechazando la invitación del partido en el Gobierno para hablar de medidas en pro del adecentamiento del sistema y en contra de las mil y una formas de corrupción. Como Rajoy había adelantado que pronto se reunirían los partidos para tratar sobre el asunto, los de Rubalcaba adujeron que la iniciativa sólo buscaba el consenso como elemento de propaganda; una foto. Y a ello se sumó, claro está, la rémora magenta que vivaquea en el espacio que los grandes dejan vacío.
La cosa no era para foto, pero aunque así hubiera sido, el partido socialista debería echar una pensada sobre su responsabilidad frente a los ciudadanos que le votaron; y también a quienes sin haberlo hecho agradecerían que ejerciera un control efectivo sobre lo que hace el llamado poder. Llegarían a la conclusión de que no les asiste derecho alguno para ignorar un encuentro de todos los partidos en el que quienes llevan la manija del gobierno quieren compartir criterios para afrontar uno de los tres primeros problemas del país. Revisar la financiación de los partidos, el estatuto del cargo público y medidas penales contra la corrupción no son asuntos menores.
Como tampoco lo es que, al fin, para cambiar hasta 15 leyes busquen los populares otras aportaciones y puntos de vista; y no ya en la última fase del procedimiento legislativo, donde la mayoría puede pasar por encima de todo, sino desde los orígenes. No han estado los últimos treinta años sobrados de iniciativas para consensuar lo que debe nacer con el mayor respaldo posible. Los actuales gobernantes han sido los primeros, o los últimos por mejor decir, en caer en esa autosuficiencia del soliloquio destemplado, en el yo me lo guiso y yo me lo como del pobre Juan Palomo.
La estólida maniobra del partido que debería liderar la oposición, si un día termina de arreglar su patio interior, está en el mismo rango de la de aquel turuta que cabreado contra el mundo y sus superiores exclamó tirando por los aires la escudilla llena de alubias: “Que se joda el capitán, no me como el rancho”. Ni más ni menos.