«Tengo la sensación de que plantear una reforma de la Constitución para dar satisfacción a alguien que no va a sentirse satisfecho es un enorme error«. Parece que la frase encierra todo el sentido. ¿A dónde van ahora los mandamases socialistas proponiendo una tercera vía que de sobra saben no aquietaría las ansias de independencia de los nacionalistas?
Es hora de que el presidente del Gobierno comience a hablar con la claridad que reclaman las circunstancias. Ayer lo hizo en el Senado con esas palabras dirigidas al socialista y expresidente de la Generalitat Montilla, cuando aquel tripartito del que vienen estos lodos. Sabido es que Rajoy tiene una singular relación con los tiempos, cosa que a muchos exaspera y a otros mantiene en un si es no es que Dios sabe cómo acabará traduciéndose en las urnas.
En la cuestión catalana quizá haya estado aguardando el despertar de los reflejos de una sociedad, la catalana, dividida; amedrentada una parte, otra engolfada, también ensimismada y utópica a la par, moderna y ancestral… en fin, tan compleja como cualquier otra realidad española. Pero como se está viendo, en el antiguo principado del reino de Aragón los reflejos andan demasiado lentos frente a la marcha de los secesionistas, que no son tantos pero incordian en demasía.
Tampoco la mayoría del resto del país ha estado sobrada de reflejos. Al menos sus representantes políticos. La izquierda real parece encantada ante la perspectiva inverosímil de una España rota. Extraña ambición, polo opuesto que da sentido a aquella sentencia, último año de la república, de un diputado de las derechas: “Entre una España roja y una España rota prefiero la primera, que sería una fase pasajera, mientras que la segunda seguiría rota a perpetuidad”.
Y la otra izquierda, la virtual, permanece abducida por el vacío del que no saldrá en la Conferencia del fin de semana. Vacío de ideas, de ambiciones, de liderazgo. Tras dos años en la oposición sólo se les ha ocurrido meter la mano en la Constitución para seguir copiando del modelo federal alemán… Como finta para reencontrarse con su filial catalana quizá tenga algún valor lo de la tercera vía, o la cuarta ¿será por vías?
Los problemas internos del equipo socialista pueden ser una parte de los que aquejan al país, pero sólo eso: una parte. Resolverlos es lo que corresponde a quienes tienen encomendado el gobierno de la Nación, y para ello no hay más vías que saber ciertamente dónde se quiere ir y cómo llegar. ¿Alguien lo sabe?