Entre niños, no es de preocupar; puede pasar como una modalidad más de tantos juegos infantiles. Entre adultos la cosa ya va teniendo menos gracia, sobre todo si los que hacen el tonto no son tan tontos aunque se lo hagan. Pero entre personas con acceso a las cámaras en que se expresa la soberanía de todos los españoles, hacer el tonto es un insulto al común.
En el caso de las muchachas, el miércoles en el Congreso, luciendo sus peras, bastante bien puestas ciertamente, va de soi. Como dicen los galos, ça va de soi. Sobre todo si para ganar resonancia mezclan el aborto con lo sagrado; pobres. Pero es que entre los mismísimos representantes comienza a extenderse la moda de hacer el ridículo en sus privilegiadas estancias parlamentarias.
Ninguno protesta renunciando a las dietas, mucho menos al estipendio mensual; ni hablar. Los hay quienes sacan pancartas donde otros se desvisten de camiseta, como si no tuvieran palabras para expresar lo que piensan. ¿Será que no piensan, será que no hay palabras para defender la consigna impresa, o será tal vez que les acojona el diálogo con quienes simplemente se manifiestan hablando, parlando que es lo propio en los parlamentos?
Sea de ello lo que fuere, espectáculos como el de Xavier Mikel Errekondo, hacen pensar en la capacidad del hombre para hacer el tonto. Errekondo, defensor hace década y media de los colores nacionales con un balón en las manos hoy es portavoz de Amaiur, la tercera o cuarta marca blanca de los etarras. Siendo alcalde de su pueblo guipuzcoano trató de imponer aquello de la recogida de basura puerta a puerta, ante lo que se rebeló un vecindario temeroso de ver su intimidad violada.
Ayer no se le ocurrió mejor cosa que ponerse brazos en cruz y sendos libros sobre cada mano, con el pretexto de que no le permitían dirigirse al resto de los diputados en vascuence. Seguramente en guipuzkera, que es el euskera propio de su provincia, aunque no exclusivo, porque en la cuenca del Deva se habla la variante vizcaína y otra diferente en la del Bidasoa. Pero es que incluso el guipuzkera tiene sus propias variantes, la de Beterri, la de Goyerri y alguna más. Errekondo quizá se hubiera expresado en la primera, que es la propia de su pueblo, Usúrbil, buen sitio de sidra y vecino de Aguinaga, el de las angulas.
En fin, que hablara en lo que hablase pocos le hubieran entendido; quizá ni sus colegas vascos. Cosas de la diversidad o del pluralismo, vaya usted a saber. Pero el tonto lo hizo a tope.
Y de lo del juez de la Audiencia Nacional imputando como genocida al expresidente chino Hu, mejor ni hablar. Será que no haya aquí mismo cuestiones urgentes sobre las que poner orden…