Por si no lo sabían, en el partido de Rosa Díez el centro neurálgico de su congreso es el afiliado. Lo dice la nota informativa que da cuenta de que no hay posibilidad de elegir otro consejo de dirección (ejecutiva) que el encabezado por la Portavoz para todas las estaciones. El congreso que celebrará durante los tres primeros días de noviembre, además de la candidatura única tendrá ocasión de aprobar la ejecutoria de la dirección saliente, que es también la entrante con alguna incorporación de menor cuantía. ¿Se imaginan que fuera reprobada la gestión de estos cuatro últimos años? Claro que no será así; pero a efectos dialécticos no cuesta nada imaginar qué sería de la lista única ¿seguiría adelante o quedaría automáticamente invalidada?
Coherente con su reclamo de reformas en el sistema electoral, los compromisarios a este segundo congreso han sido elegidos mediante listas abiertas, dice otra nota del partido de Díez sin llegar a aclarar si las candidaturas tuvieron alternativas, ni tampoco a cuántos militantes representa cada compromisario. Hablando de 500 elegidos, como hablan, podría darse el caso de que en alguna circunscripción de la España profunda, o simplemente periférica, la relación haya sido de un hombre un voto, o hasta docena y media.
La lideresa magenta sabe bastante de elecciones partidarias. Durante los treinta años en que militó en el partido socialista se presentó a dos comicios internos. En 1998, trató de ser la candidata del PSE a la lehendakaritza, proceso en que resultó derrotada por Nicolás Redondo T. Hasta ese año, y desde 1991, había sido consejera del gobierno vasco. Y sólo dos años más tarde aspiró a ser nada menos que secretaria general del PSOE, elección en la que fue sobrepasada por Zapatero, Bono y Matilde Fernández. En 2009, primer congreso de UPyD, fue elegida Portavoz del partido, que así se denomina a la máxima autoridad. En aquella primera elección sí que hubo lista alternativa. Su cabeza fue pronto decapitada.
Experiencia de transitar entre bambalinas tiene pues toda tras su paso por la UGT, el PSOE, el PSE y la Plataforma Pro hasta llegar hace seis años a su partido magenta, la bisagra que la presidenta de su Fundación, que también lo es, conduce con mano de hierro, y que se autodefine como transversal y dotada de los atributos siguientes: progresismo, socioliberalismo, laicismo y federalismo cooperativo. Sí, socioliberalismo.
Y también dos huevos duros, que decía Chico Marx desde el camarote de Una noche en la ópera. En fin, dime que de que presumes…