Otra forma de ver las cosas
El comentarista es catalán, más socialdemócrata que nacionalista, y lo del federalismo le parece de perlas. Piensa que el acuerdo de Granada entre Rubalcaba y Navarro es fundamental para que los socialistas recuperen votos en Cataluña, única vía por la que el PSOE pudiera volver a La Moncloa.
Lástima que el presunto acuerdo histórico no haya bastado para que Navarro deje de decir lo que decía antes de rubricarlo, y que al resto de los concernidos, para simplificar el PP y CiU, hayan tratado la propuesta poco menos que de ocurrencia insatisfactoria.
Es natural que el parto granadino guste a quienes puedan llegar a pensar en una quiebra de la nación por la secesión catalana. Barajar tal hipótesis en el mundo real es una ingenuidad impropia. Cosa diferente sería en el académico, donde podría especularse con ese y otros muchos supuestos, como la adhesión del vecino portugués al imaginario estado federal ibérico ¿por qué no?
O la integración en el Reino Unido a través de Gibraltar, quizá más fácil: bastaría con declararles la guerra y rápidamente perderla, dejando paso franco a los invasores antes de derramar una sola gota de sangre. Gibraltar dejaría de ser una colonia y en la Union Jack tendrían que añadir una cuarta cruz a las de San Jorge, San Andrés y San Patricio. ¿La del buen ladrón quizás?, visto lo que estamos viendo…
Por si no bastara con el pedrisco que cae a diario en forma de chorizos de todos los colores, desde el azul popular de Bárcenas al rojo Valderas pasando por los tornasoles socialistas de Chávez y Griñán y la mancha cuatribarrada de los de Mas y Pujol, hay españoles dispuestos a darle más vueltas que un tío vivo al ser de España. Es como un leitmotiv wagneriano, recurrente a lo largo de la historia y que no termina por resolverse en un acorde final.
Resulta poco menos que increíble la resistencia de nuestro país a centrar su objetivo vital en el crecimiento, el empleo, la educación, el progreso y demás carencias asfixiantes de la convivencia y bienestar. Puestos a dar el gran salto, pensemos en grande, los tiempos de la gran potencia, la libra esterlin, conducir por la izquierda…
La solución también estaría en meter en una isla deshabitada a todos los chorizos que se apropian del dinero público, que es nuestro y no «de nadie» como decía aquel individuo que no quiero mencionar y también a todos los que no quieren que se vayan solucionando nuestros problemas de crecimiento, empleo y educación, para mantener España en el desastre y ver que pescan ellos.
También, don Antonio; esa podría ser la solución del Plan B.