Qué vaya a decir Rajoy dentro de unas horas sólo él lo sabe; sus colaboradores más directos pueden tener una cierta idea de por dónde dará salida al morlaco que le trae a mal traer, ahora que la otra crisis daba alguna señal para la esperanza. Pero el presidente es muy suyo, demasiado.
Lo que ya se conoce es cómo se comportó un colega, menor ciertamente, en trance similar: el presidente de la Generalitat Mas, Artur Mas, jefe también de Convergencia Democrática de Cataluña; el partido que según reciente auto judicial se financió irregularmente durante un decenio con dineros de Ferrovial a través de una de las instituciones culturales hasta ahora más prestigiadas del principado; el Palau de la Música.
Según el auto judicial –no se trata pues de una exclusiva periodística como en el caso del chorizo popular- Ferrovial y CDC acordaron en 1999 donaciones sustanciosas al Palau para disfrutar de una posición ventajosa en la adjudicación de obras. La constructora cotizaba generalmente una comisión del 4% del importe de la obra apetecida, cifra de la que el 2,5% iba directamente a CDC. El resto se lo repartían Millet y Montull, los saqueadores confesos del Palau por su intermediación.
A ello decidió enfrentarse el president en una comisión del Parlament a la que se presentó arropado por casi todo su grupo. Y Mas dijo que, aún siendo el secretario general del partido, él no se enteraba de lo que hacía o dejaba de hacer su gobierno, entonces presidido por el jefe supremo, el fundador, J. Pujol.
No tuvo empacho en remachar que pese a ser el máximo responsable de CDC desconoce y desconocía el funcionamiento de la maquinaria económica del partido. Y, con un par, añadió que el tesorero tenía tanto poder que hasta podía vender el patrimonio del partido sin consultar.
Una cosa concedió: devolverá hasta el último céntimo si se demuestran los cargos. No especificó con cargo a qué fondos, tal vez esté pensando en solicitar otro adelanto al Estado. Porque de la venta de su sede, embargada judicialmente por todo lo anterior, ni un euro.
Diga Rajoy lo que diga, no creo que llegue a lo de Mas, su colega menor.
La desfachatez de los partidos de la oposición, es mayúscula. Todos han robado descaradamente y los que no lo han hecho es porque no han tenido oportunidad. Acusan sin pruebas a Rajoy, pero eso no importa, el caso es montar el escándalo. A falta de un Prestige ahora tienen un Barcenas. Cuando se pronuncie el Juez ya habrán ellos conseguido montar el lío. ¡Que gente!. Y quieren volver a gobernar. Dios nos libre.