El guión establece que hay que ofrecer pactos para salir de la crisis; un frente común y demás ensoñaciones dictadas por la demoscopia de urgencia. Y de pactar viene hablando Rubalcaba con ocasión y sin ella. Lo hizo el fin de semana en Jaén pero, ¡ay! mientras el que manda tiene que taparse para darle protagonismo al de la oposición, poniéndole las luces además del escenario para que los suyos no se encalabrinen, éste no para de meter su dedo en el ojo del otro. Eso sí que es asimetría y no lo de las cuentas regionales.
Insistía el jefe de los socialistas en su oferta de consenso, porque España se juega mucho en el próximo Consejo Europeo, argumentaba; pero eso sí, sin retrocesos de ningún tipo; nada de cambiar las reglas del juego. Y puso un ejemplo clamoroso, o dos.
La Ley de Educación en el telar parlamentario ha de ser retirada porque no tiene consenso –cosa cierta realmente- y porque “va a socavar el sistema educativo que entre todos hemos construido”. ¿Entre todos? Sí eso dijo, y se quedó tan ancho. La realidad es que si por todos entiende todos los gobiernos socialistas hasta ahora habidos, habría que concederle razón, pues sólo ellos, los gobiernos socialistas de González y Zapatero, hicieron las tres sucesivas leyes de Educación sobre las que se ha ido construyendo el engendro presente.
Eso sí, como a cualquier otro muñeco, hay que vestir el engendro con los ropajes más adecuados del momento: igualdad e integración; precisamente los mismos que inspiraron las tres leyes anteriores. ¿Por qué el doctor Pérez Rubalcaba, que lo es además de secretario general del PSOE, no suele hablar del mérito o del esfuerzo, valores que seguramente hubo de cultivar para llegar a ser profesor titular de Química Orgánica en la Complutense?
Pero para duendes, quienes le escribieron las palabras dedicadas a bailar el agua a las feministas de su partido. Resulta que quiere pactar con un Gobierno empeñado en devolver a las mujeres a los tiempos de Cuéntame, dijo. Para reforzar el mensaje añadió que “como siempre que gobierna la derecha las mujeres empiezan a notar la desigualdad”. Y por ahí hay que buscar la causa de los crímenes machistas, “los asesinatos no son sino el final de una desgraciada cadena que empieza con la desigualdad”.
¿No será cargar la suerte demasiado? Será digna de estudio cómo justificará mañana cualquier acuerdo con Rajoy y demás incitadores de tantas desgracias.
Aquel tal Mourinho se las pintaba solo para cabrear a medio mundo, pero a la postre sólo se trataba de fútbol. Ándense con más tino los amanuenses de Rubalcaba, no jueguen con las cosas de comer.