El caso Blesa

Del caso Blesa al caso Silva

Del caso Blesa al caso Silva

La realidad acabará por abrirse paso. Por complicadas que las cosas del mundo financiero puedan hacerse, y parecer, tanto la venta de un producto inadecuado para la mayoría de los ahorradores, como la compra de un banco en el Estado de Florida son cuestiones abiertas y al alcance de cualquier investigación rigurosa.

Sobre el primer caso pocas dudas caben de que no todo fue correcto en el proceso de venta de preferentes, dada la falta de información asequible a todos cuantos las compraron. En el segundo, la incursión de Caja Madrid en la banca norteamericana, un sinsentido como la copa de un pino, pino muy alto ciertamente, convendría discernir entre la oportunidad de la compra del City National Bank y cómo fue realizada. Hoy ha vuelto a ser aprisionado, y esta vez sin fianza, el responsable de la Caja que llevó a término aquella operación.

Por el momento faltan datos precisos para juzgar la decisión del juez, pero de los que se están conociendo cabe dudar si no estaremos en puertas de un nuevo affaire, el caso Elpidio J.Silva. Porque es muy fuerte, por muy togado que un juez se sienta, confundir un seguro de cambio sobre cien millones con distraer cien millones de la caja de una entidad cualquiera.

Los acusados sostuvieron en el juzgado que los cien millones referidos en su correspondencia constituían un margen que el director financiero se tomó a la hora de asegurarse del riesgo de cambio en las cotizaciones de dólar y el euro, monedas en que pagaba la Caja y cobraba el CNB americano. Entra dentro de lo prudente, como prudente en el negocio bancario es hacer provisiones de las que echar mano cuando las vacas enflaquecen. De ser así las cosas, no resulta extraño que mantuvieran una posición de tesorería por ese importe, un colchón para cualquier eventualidad.

Cuando todos estos movimientos están siempre perfectamente documentados lo que al juez corresponde es ser diligente en su trabajo y meterse en los estados financieros con la ayuda pública que precise. Lo que no puede es actuar por meras deducciones o sospechas basadas en el cruce una correspondencia. Lo de «altamente no creíble», como ha calificado la versión de los imputados, puede ser lenguaje admisible en una tertulia, no en un acto judicial. Privar de libertad a un ciudadano, aunque no se la mereciera, es demasiado grave como para no estar sólidamente fundamentada en datos objetivos. Si el funcionario encargado de esclarecer los hechos interpreta que Blesa distrajo con la complicidad del director financiero cien millones para burlar controles, o directamente para delinquir comprando acciones del banco de Miami conocedores del precio que ellos mismos iban a pagar, como ayer fue sugerido, está poniendo en riesgo la solvencia de la administración de Justicia. Y ese riesgo no hay seguro que lo cubra.

Por este camino, el caso Blesa puede dar origen al caso Silva, como pieza separada del  procedimiento inicial.

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Posted miércoles, junio 5th, 2013 under Política.

2 comments

  1. ordiales says:

    Porqué tanto empeño, en no se cuantos periódicos en dudar, por decir lo menos, de la solidez y algunos de la veracidad de los argumentos del Juez Silva? Hechos ciertos son, la mala gerencia habida en Caja Madrid y por eso desembocó en el mal creado Bankia, oponerse, abierta ó encubiertamente a este proceso, despues de que nos llenemos la boca
    hablando de la independencia de la justicia y que aceptamos las decisiones judiciales y lluego corremos a disparar por mampuesto al respectivo Sr. Juez, a la forma como instruyó la causa, el caso es salvar a Blesa, lo dicho, la justicia es independiente, mientras no afecte a la familia real, o a cualquiera que esté vinculado al poder, entonces, «a eso podíamos llegar» como se os vé el plumero.

    • No sé de qué plumero habla, usted sabrá del suyo. El caso no es salvar a una persona que a mí me parece insalvable; el caso es tener una justicia seria, digna, que trabaje sobre datos y no sobre suposicciones. Los Tribunales no son tertulias de comentaristas. Y para jugar a «manos limpias» hay que empezar por tener limpias las manos.

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