“Los vientres libres harán hombres libres”; con un par. Cuando hay gentes -o gentas, que la cosa iba de chicas- capaces de pensar, escribir sobre una pancarta y airear tal chorrada por las calles de Madrid hasta el domicilio del ministro de Justicia, es que las cosas andan mal. Sobre todo las de la salud mental; la de las manifestantes y de esa nube de presuntos informadores gráficos que lleva consigo todo acoso que se precie.
La cosa iba del aborto, según la aguerrida feminista, “uno de los derechos conseguidos por los ciudadanos que estos del PP se están cargando, y nos hacen retroceder cincuenta años”. Medio siglo nada menos. Y ponen sobre la mesa su propuesta: “aborto libre y gratuito”. Por ahí habría de comenzar el diálogo para llegar al gran pacto nacional entre gobierno, partidos y sindicatos. Mal anda la cosa cuando, entre las inquietudes sociales, el aborto se pone al nivel del desahucio. ¿Acabará sobrepasando al desempleo?
Así va la calle. En ámbitos institucionales, como la Asamblea de Madrid, algunos de esos representantes que los callejeros dicen que no les representan dedican sus mejores esfuerzos a llamar chorizo al presidente del gobierno regional. Abrió tan ilustrada senda la pasada semana una diputada socialista, y como para demostrar que no se trató de un mero lapsus, hoy fue secundada por dos o tres miembros de su grupo. Tal vez los socialistas madrileños no tengan asuntos más enjundiosos sobre los que aportar; quizá les incomode que el índice de paro en Madrid sea tres veces y media menor que el que sus conmilitones andaluces cultivan con tanto esmero; o se den por satisfechos, vaya usted a saber.
¿Cómo no vamos a sufrir los madrileños dos mil manifestaciones al trimestre si los que deberían canalizar lo que la calle grita se dedican a sus cosas, absurdas por demás?
Por si algo faltara, el que fue durante catorce años presidente de Caja Madrid entra en la cárcel. Saldrá pagando una fianza de 2,5 millones, poco menos de lo que se llevó como finiquito hace tres años y medio. El titular del juzgado de instrucción nº 9 de Madrid, personaje peculiar que le ha retirado el pasaporte y enviado a la prisión de Soto del Real, ha abierto sin miramientos el pozo de disparates que atesoró la gestión durante tantos años de la cuarta institución financiera nacional, conducida hasta el desguace por paseantes en cortes, sindicalistas y poco más que destacar.
No es frecuente amontonar en una misma entidad agujeros como los producidos por sus relaciones con los grandes pufos habidos en el país: Gescartera, Martinsa-Fadesa, SOS Cuétara, Mecalux, Grupo Marsans y todo el submundo de Díaz Ferrán, etc. Hasta por la compra de un banco en Miami –plaza estratégica para una caja de ahorros madrileña no parece ser- que supondrá a Bankia una pérdida de más de 500 millones, en el caso de que puedan darle el pase. Pues este buen señor, Blesa, recibió en el apogeo de su mandato el honorífico reconocimiento de Mejor Presidente de Entidad Financiera 2005.
Se lo otorgó una publicación especializada en las cosas del sector, y no precisamente el británico The Economist, que esta semana se preguntaba en un artículo sobre la crisis (“Justicia ciega”): ¿Por qué hay tan pocos banqueros en la cárcel? En las mismas páginas, también buscaban explicación a por qué los jabalíes resultan tan difíciles de controlar.
En fin, lo nuestro más que un quilombo, palabreja importada con los escraches, es todo un aquelarre.