El delantero centro francés, el mismo Benzema del Real Madrid, llevaba jugando 1.012 minutos, 82 en el partido de ayer, sin acertar a meter gol, que es para lo que está. El seleccionador galo lo sacó del campo de juego por fallar. Ocurrió anoche en Paris y jugaban contra España, equipo el nuestro que gana invariablemente si conjuga las capacidades de los dos grandes equipos nacionales. El control característico de los catalanes, cuya mayoría marca el conjunto, no se ve culminado por el diablillo argentino que aporta los goles de la victoria. Por ello cuando falta la verticalidad de los madrileños a los de Del Bosque el triunfo les cuesta un mundo. Si lo alcanzan.
Son éstas cuestiones que en el fútbol se resuelven con relativa facilidad; no ocurre de la misma forma en el mudo político. Por ejemplo: ¿qué méritos acumula ese impronunciable señor, Dijsselbloem de apellido, que hace un par de días y por una ocurrencia puso al borde del colapso la estabilidad europea, el euro, las bolsas y la seguridad jurídica de los depositantes de medio mundo?
Lo de este escasamente documentado holandés, que funge como presidente del Eurogrupo desde hace ya dos meses, es como si ayer Benzema, lejos de no meter un gol a Valdés lo hubiera hecho en su propia portería. El francés fue sustituido sin llegar a tamaño dislate, ¿por qué no el tal Dijsselbloem cuando, para más INRI, alega en su descargo que se equivocó hablando en inglés; que no quería decir modelo sino ejemplo al referirse a lo de Chipre y futuros rescates?
Para ejemplo del desgobierno europeo, el de este socialista holandés, economista agrario que, además del Eurogrupo, está al frente del Mecanismo Europeo de Seguridad. Pues ahí sigue.
Como siguen sin bajar de su patriótico castellet a la realidad los burgueses catalanes que ahora pretenden reeditar el tripartito; ellos y sus convidados socialistas y de la izquierda republicana. ¿Llegará el día en que caigamos todos en cuenta de que la unión hace la fuerza?