El blog de Federico Ysart

El problema de los catalanes

El discurso que se largó Mas para conseguir los votos de ERC, que son quienes le harán presidente por un año, me recordó aquella barbaridad que un personaje dice en Apocalypse Now, “Me encanta el aroma del napalm por las mañanas”.

Los catalanes tienen un serio problema con este personaje que cambia como quien lava su mosaico perfil de hace un mes por la oratoria hitleriana con la que ayer se despachó el pobre.

En contra de lo que algunas manifestaciones sugieren, el llamado problema catalán es precisamente eso: un problema de los catalanes. Con ellos podremos sufrir más o menos el resto de los españoles, nos incomodarán los plantes y haremos todos el ridículo ante el mundo mundial, pero quienes más van a apoquinar a la hora de pagar la fiesta convocada son los ciudadanos que viven en Cataluña. El Gobierno tiene todo el tiempo del mundo y la Ley, ni más ni menos. Para qué hablar de otras cosas.

Este Mas poco tiene en común con sus predecesores Prat de la Riba, Maciá, Companys, Tarradellas o Pujol. Unidos tal vez por aquella frase con que el primero, Prat, resumía su catalanismo, “cuestión de patria”, han sido, son, gentes diversas todos ellos, como suele ocurrir entre humanos. Y es que, como El Perich decía en clave de humor, el nacionalismo es creer que el hombre desciende de monos distintos.

Elementos comunes hay en esta historia, aunque de intensidades diferentes. El escándalo Bloch que hace ochenta y un años salpicó a la ERC de Companys se quedó corto ante los que hoy envuelven a la cúpula de CiU. Y confiemos en que las aguas no se salgan de cauce, como ocurrió en otros momentos protagonizados por los mismos socios que hoy acompañan a Mas, Durán y Pujol.

Maciá, militar por cierto y fundador en nueve años de tres partidos, Estat Catalá, Separatista Revolucionario de Catalunya y el definitivo Esquerra Republicana de Catalunya protagonizó dos intentonas golpistas: el complot de Prats de Molló, en1926 desde Francia, y el 14 de abril de 1936, la proclamación de la República Catalana desde el balcón de la Generalitat.

Tampoco el sucesor se privó de su golpe. Un año después de haber ocupado la cartera de Marina en uno de los gobiernos de Azaña, Companys  se lo asestó a la II República. En octubre del 34, el día siguiente al golpe que socialistas, anarquistas y comunistas dieron en Asturias, la llamada Revolución de Asturias, Companys proclamaba por su cuenta el Estat Catalá. Sin más ley que un manifiesto de cuartilla y media. La broma duró un día. Y las Cortes aprobaban una Ley suspendiendo el Estatuto de Autonomía. ¿Quiénes pagaron los platos rotos?

Tarradellas, líder después de ERC y presidente en el exilio durante lustros, fue el reverso de los anteriores. Sobre su contribución a la restauración de la democracia en España y de la autonomía catalana en 1977 hay un dato que le retrata: durante la guerra civil ayudó a salir a Francia a la familia del general Batet, precisamente quien ocupó la Generalitat y le detuvo al sofocar el golpe del 34. Quede para otro momento las horas que pasé con Tarradellas en su casa de Saint- Martin-le-Beau.

Del Pujol que tuvo la gentileza de presentar mi libro sobre la Transición, Mas tiene poco; sólo el aliento de su hijo en el cogote. Lo firmado el miércoles con ERC y lo dicho ayer ante una nueva cámara con doce escaños menos de su partido, auguran el fracaso de CiU y la frustración de quienes albergan los sentimientos con que Más y compañía han comenzado a jugar a la ruleta rusa. Tiempo al tiempo.

Como el replicante Roy dice instantes antes de morir en Blade Runner, «Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia”.