La decisión del Tribunal Constitucional de paralizar el desplante de López a la Hacienda pública española a propósito de la llamada paga extra de Navidad en el país vasco es una buena señal. Tal vez estemos demasiado acostumbrados a que del TC salgan resoluciones no tan claras; el pasteleo fruto de su composición suele ser lo propio. Quedan muy atrás los niveles prestigio que tenían sus primeros componentes pero, en fin, es lo que hay.
El caso es que al parar el brindis al sol con que el lehendakari (¿Excmo. Sr. D. Patxi López?) quiso alegrar su despedida han puesto un poco de orden donde nunca debió perderse. Que el constitucional presidente de un gobierno regional se cisque en una Ley del Estado no puede ser más destructivo; y si el presidente en cuestión pertenece a uno de los grandes partidos nacionales es de “apaga y vámonos”.
Junto a esta paletada de cal ayer cayeron otras cuantas de arena. El aviso de la Generalitat de que casi duplicará el déficit comprometido es una más de las afrentas que los irresponsables que gobiernan aquella autonomía propinan al conjunto de los españoles, naturalmente catalanes incluidos. Se ve que no les basta lo del 3%, 4% o 5% con que muchos parece que se alegran la vida; tan ocultos valores añadidos a sus cargos podrían destinarlos a cubrir los gastos extravagantes de embajadas, defensores, contadores y demás reduplicados que festonean el espejismo de su derecho a decidir. ¿Todos iguales ante la Ley?
Más arena: la que han echado entre los engranajes de un poder del Estado jueces, fiscales y abogados porque… Cada cual tiene sus razones; los funcionarios, porque se han quedado sin la extra de Navidad, otros porque ven un horizonte de menores ingresos, etc. El caso es que todos a una se levantan contra la política que sobre el sector trata de aplicar el Gobierno. No deja de tener su punto la confusión reinante en las reclamaciones entre lo gratuito y lo gratis aplicado a la Justicia. Algo parecido a lo de los rectores de universidades, acordándose ahora del i más de más i que a la mayoría les ha traído sin cuidado durante los días de vino y rosas. ¿Cuántas patentes han salido de sus OTRIs en lo que va de siglo, por ejemplo?
Este país está demasiado acostumbrado a tomarse los intereses generales a beneficio de inventario. Tiene su explicación en aquellos cuarenta años en que derechos e intereses generales estuvieron hibernados mientras florecía aquella extraña concepción de paz social basada en la compra de silencio a cambio de derechos sin fondo, esos que los sindicatos y otros califican de “irrenunciables conquistas”. Y así sucede con tantas lacras culturales que siguen perturbando la normalización de otras relaciones, sean laborales, exteriores o religiosas.
Pero también de las minas salen diamantes, y ahí está la racionalidad que han mostrado los sindicatos implicados en la decaída huelga de Iberia. Sería otra de cal, bien.