Vienen acostumbrándose determinados sujetos de la política a decir que abandonan momentáneamente sus funciones hasta que las cosas se aclaren. Las cosas son tráfico de influencias, cohecho, falsedad documental, evasión fiscal, acoso sexual y otras modalidades de corrupción que esperan que el tiempo aclare como quien aguarda la salida del sol. A veces el sol sale por el otro lado, como en aquel disparate surrealista de Cuerda “Amanece que no es poco”, y la esperanza se va al traste. Pero de momento tratan de quitarse de en medio; eso, por un momento. Sacan billete de ida y vuelta, aún a sabiendas de que haría falta un milagro para que el tren vuelva a pasar por su andén. Y lo sublime es que siempre cuentan con un entusiasta dispuesto a ocupar la silla por ese momento.
El alcalde de Sabadell, el socialista Bustos, al parecer sorprendido con las manos en la masa, inició la modalidad del me voy pero me quedo. También por meter las manos, aunque en otra masa más carnal, ha emprendido el mismo viaje el presidente de la diputación de Gerona, el democristiano Torramadé.
Eso sí, los que no se mueven son los convergentes catalanes implicados en otras historias. Como quien oye llover asisten impávidos al chorreo de nuevas sobre sus habilidades intermediadoras y fiscales. Han debido de olvidar el agujero negro que se tragó la estrella de aquel “emperador del Paralelo”, el radical Lerroux. Cayó de su breve tercera presidencia del Gobierno republicano en cuanto se supo que trincó por aprobar la ruleta de Strauss, Perel y Lowann, el llamado Straperlo.
De cuajar las sospechas sometidas a investigación a los Pujol, Mas y compañía podría ocurrirles algo semejante. Y si esperpéntico resulta su afán por levantar un nuevo Estado en la Europa del siglo XXI, hacerlo sobre cimientos de barro no parece una fórmula de éxito. Lo último, reunir un simposio para elucubrar acerca de si tal Estat necesita o no un ejército ya son ganas de hacer el ridículo.
Casos como el del popular Cervera, abandonando el escaño en menos de 24 horas, tiempo en el que Lope de Vega escribía una comedia, no abundan; cierto es que no todos los días es dado asistir al espectáculo del diputado buscando un sobre en la muralla pamplonesa. En sentido contrario ahí sigue Blanco, ex ministro de Zapatero que resiste aforado desde su escaño investigaciones judiciales varias, la última sobre si pagó con dinero negro parte del precio del chalet amurallado que tiene en Las Rozas de Madrid. Y tantos otros en que chapotean populares, socialistas, nacionalistas, comunistas y demás varillas del abanico político. ¿Hasta cuándo aguantará el clavillo que las mantiene unidas?