Hablamos de Cataluña. El joven Pujol salió ayer por peteneras ante los micrófonos de una radio denunciando al Rey como el principal obstáculo para una negociación sobre el caso catalán. El tal Oriol no podía hacerle mayor favor al Jefe del Estado porque si para el separatismo catalán “el problema es tener enfrente al Rey Juan Carlos I”, Juan Carlos I volverá a hacerse con todo el país. Así sucedió un 23 de febrero de hace más de treinta años, cuando hubo de tranquilizar al entonces honorable presidente de la Generalitat, el viejo Pujol, ante la amenaza de una asonada militar, fenómeno este de las asonadas coetáneo del despertar de los nacionalismos hace siglo y medio.
No todo tiene porqué ser negativo en este extemporáneo aquelarre convocado por el presidente de la Generalitat a mitad de su mandato, víctima de la insolvencia, de su impotencia y otras frustaciones. Mas cada vez que habla dice más bobadas, y ahora en castellano, para que se le entienda mejor. Se ve que sus principios son precisamente eso, meros puntos de partida. Supera al sabio marxista que dejó dicho aquello de “estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros”. Groucho, naturalmente.
Y en castellano decía este domingo en un mitin provinciano que el Gobierno “no se andará con chiquitas” para parar el carro separatista, eso que llaman “soberanista” hasta en los medios públicos de comunicación. ¿Por qué no llamar las cosas por su nombre? Se está repitiendo c por b la pérdida del lenguaje preciso, como ocurrió cuando el otro separatismo, el vasco, consiguió travestir una célula terrorista como comando y hacer del etarra un patriota, abertzale.
Es pena tener que comentar los excesos de este personaje, primera autoridad del Estado en la región catalana. Ha comenzado ciscándose en las leyes que prometió cumplir y terminará a mandobles hasta con la ley de la gravedad. Su falta de vergüenza propia no tiene límites, al menos mientras no estalle la vergüenza ajena de sus parroquianos. Quizá no falte demasiado tiempo; la fecha de las inmediatas elecciones no es tan significativa como el día a día a partir de ese 25 de noviembre en que tiene depositadas todas sus ambiciones.
Entre la escalada de despropósitos que le absorbe y las escalas viajeras que lleva cumplidas en su vuelo a ninguna parte, muchos comienzan a pensar si tanto desvarío no será cosa del cava. ¿Vodka tal vez?