Tiene bemoles. El mismo día en que la multinacional Ford anuncia que se trae a Valencia, Almusafes, la cadena de producción que tenía en Bélgica, los sindicatos subvencionados con los impuestos de los españoles registran con toda solemnidad una petición de huelga general.
Ni un ápice de compañerismo hacia sus nueve mil colegas belgas condenados al paro, entre los empleos directos e indirectos afectados. Desde que hace poco menos de un siglo la lucha de clases se vio arrollada por guerras entre naciones y cada bando militarizó los movimientos obreros, la solidaridad internacional dejó de ser lo que quiso ser. Pero, en fin, ya no hay guerras civiles entre europeos, que ese es, sobre cualquier otro, el gran valor de la Unión Europea. Los trabajadores españoles y belgas no corren el riesgo de verse pegando tiros desde trincheras enfrentadas. Pues ni con esas…
Pero es que tampoco parece que anden muy finos los señores Fernández y Méndez prendiendo la mecha de otra jornada destinada a quemar algunas decenas de miles de euros, que es lo que podría costar una huelga atendida por los trabajadores. No será así, dado el predicamento de que gozan, pero en cualquier caso ofrecerán ante el resto del mundo el espectáculo de un país que lucha contra la crisis… no trabajando.
Si estos señores trabajaran en el sector productivo, en el especulativo, o en cualquier otra actividad incluso subterránea, sabrían lo que cuesta un peine y se mirarían al espejo antes de poner en riesgo nuevas inversiones como la anunciada por Ford.
¿Por qué luchan? Porque por el empleo no es; todo cuanto promueven se traduce en más paro. ¿Será por la vuelta a la cultura nacionalsindicalista? Tampoco parece, visto cómo aprovechan la flexibilización de las normas laborales para echar empleados de sus oficinas a la calle. Quizá sea para seguir haciendo como que hacen y poder justificar sus emolumentos, dinero tan público como el de cualquier otro funcionario.
Está por ver la respuesta de los estrategas sindicales a las proclamas independentistas de algunos dirigentes catalanes. Difícil papeleta esta de la de la solidaridad. ¿Con los inmigrantes andaluz, gallego, extremeño o manchego que pierden día a día su empleo en aquella región quebrada pero que sigue pagando embajadas, televisiones y subvencionando diarios y revistas a mayor gloria de la nación que ahora resulta de vio nacer a Cervantes y Colón? O quizá con los andaluces, gallegos, extremeños o manchegos que se quedaron en sus lares y hoy ven como hay españoles que dicen no querer saber nada de sus necesidades.
Hablando de solidaridad cómo no recordar aquel sermón del pastor luterano alemán M. Niemöller que suele atribuirse a B. Brecht: “Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté,porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a buscar a los judíos, no pronuncié palabra, porque yo no era judío. Cuando finalmente vinieron a buscarme a mí, ya no había nadie que pudiera protestar”.
Quede para otra ocasión el desplante hecho a sus colegas por el novelista Javier Marías al rechazar el Premio Nacional de Narrativa. «Hubiera sido una sinvergonzonería… Prefiero no aceptarlo y no ser considerado una especie de abanderado oficial”. Baroja, Cela, Ayala, Martín Gaite, Goytisolo, Pombo, Delibes, Brice Echenique, Vázquez Montalbán, Millas, Cercas, etc. Larga nómina la de los “abanderados oficiales”…
Pero para solidaridad la mostrada por Amancio Ortega ofreciendo a los desamparados 20 millones a través de Cáritas. Chapeau.