Era otra España, 1941. Jardiel Poncela escribió en tres semanas un divertido disparate cómico que aquel mismo año marcado por el hambre y otras penurias de la posguerra, pasó de las tablas al cine. En Los ladrones somos gente honrada los presuntos malhechores eran unos pobres hombres que acaban por descubrir las trapisondas de los auténticos delincuentes aparentemente honrados. Eran tiempos del estraperlo, enchufes y otras mangancias; el éxito fue rotundo. ¿Qué no escribiría hoy aquel don Enrique con personajes a la vista como los Zarrías, Chaves, Griñán; los Ruiz Matesa, Condes y demás?
A los del circo veraniego de los EREs, socialistas y comunistas andaluces, parece traerles sin cuidado la realidad del país. Siguen el paripé como si ignoraran qué es realmente lo que pasó. Todos los presentes en la sala de autos están al cabo de la calle de lo que ocurrió, y también de la puesta en escena que les ocupa estos días. Pero dicen que nada pasó por aquí ni por allá; Zarrías sólo “vehiculizaba” peticiones, y sus jefes piden tiempo visto que alguien ha cambiadode sitio una coma del guión.
Parece como si una parte del país estuviera hecha a la idea de que el que no roba es porque no puede. Y para que no decaiga, surge de vez en cuando un esperpento con cargo a cargo del presupuesto, como el prof. Sánchez Gordillo, treinta y tres años sentado en la alcaldía de Marinaleda, para incitar al pillaje a las conciencias adormecidas.
Eso sí, al personaje que además cursa como diputado autonómico andaluz, le faltó un punto de gallardía al excusar que él, mismamente él, no había sustraído ni una caja de kleenex. ¿Se imaginan a Moisés negando su paso por el Mar Rojo al frente del pueblo judío? Los líderes ya no son lo que eran.
Y ahí está aquel señor que sin devolver lo distraído con malas artes cuando presidía el banco que arruinó, ahora pretende administrar bienes públicos para lo que se presentará a las elecciones gallegas. Memorable espectáculo el del millonario Conde pidiendo votos en medio de la crisis. Hay personajes, Garzón es otro, incapaces de contener su ego; que tampoco da para tanto, la verdad.
Otros, como el patriarca de la familia Rumasa, vuelven a la actualidad sin una pizca de vergüenza, ni personal ni torera. Embozado en un escapulario de mentiras sigue dando espectáculos chocarreros, y hoy insulta a una jueza como ayer daba un capón a un ministro o hacía el ridículo travestido de Supermán. Pobre.
Más de medio siglo ha pasado pero hay cosas que permanecen. Falta el autor que con el ingenio de Jardiel ponga solfa a tanta peripecia.
ruiz mateos criticó a valls taberner, fernando jiménez lablanca, etc………