¿Se imaginan este país con un gobierno en minoría? Habrá quienes piensen que esa sería la condición necesaria para poder llegar a un consenso capaz de arropar a todos, cosa que se supone conveniente ante situaciones que requieren el concurso de cuantos más mejor. Y puede serlo, pero esa condición necesaria ¿será también suficiente? El caso griego dice que no, que nada es suficiente cuando más de dos no quieren.
Sin embargo aquí se alcanzó la pasada semana un consenso importante cuando todas las administraciones autonómicas se comprometieron a embridar los gastos para cumplir el compromiso europeo del déficit. En esos gobiernos regionales están involucrados cinco partidos: además del popular, las coaliciones catalana y canaria, y los partidos socialista y comunista; un consenso de amplio espectro sobre una cuestión vital. Bien, pues.
Tal vez el mismo acuerdo aún estaría en discusión sin la presencia de una mayoría que llevó a la Ley el principio de Estabilidad Presupuestaria, siguiendo la Constitución reformada el pasado año. De cualquier modo, el consenso sobe el ajuste presupuestario está ahí, pese a las lamentaciones de las terminales sociales de algunos de los concernidos.
El siguiente paso podría ser un nuevo acuerdo cobre los medios para el despegue. Efectivamente, pero cualquier política de crecimiento requiere que la primera fase llegue a buen fin; que los compromisos se cumplan, lo que se verá mes a mes hasta dentro de poco menos de un año. En cómo cebar la bomba no habrá mayores discrepancias, salvo las formales que cada cual saque a colación para agradar a la galería. A esa argucia capaz de empantanar la faena se viene sumando otra, que es la de hacer como que se proponen novedades ya cantadas en cualquier manual.
Una de las condiciones fundamentales para llegar a la aquiescencia sobre cuestiones de esta naturaleza es la renuncia de los actores al protagonismo y, aún más, a dar cuartos al pregonero con excusas del tipo “nosotros hubiésemos preferido…” que muestran hasta qué punto el pespunte puede estallar al primer tirón. Sólo la presencia de una mayoría previa es garantía de que existe alternativa al caos.
El panorama está oscuro, y lo seguirá estando por meses, pero es buena señal que la oposición quiera estar ahí en el diseño de la salida; en mi opinión indica que intuyen que la salida existe y que hacia ella vamos. A la larga, quedarse al margen o entorpecer la marcha sería muy mal negocio.